30 abril 2012

"Once Upon A Time" (Erase una vez) 1ª Temporada Cáp. 16

Mezclando el mundo real en la actualidad y los cuentos de hadas, la serie cuenta la historia de Emma Swan, una chica joven cuya vida cambia después de que su hijo, al que había dado en adopción diez años antes, la encuentra. Él cree que su madre procede de una realidad alternativa y que es la hija de Blancanieves. Emma, por supuesto, no se cree nada, pero siente la necesidad de saber más sobre el chico y la historia que éste cuenta y acaba descubriendo que el pueblo en el que habita esconde muchos secretos.

¡¡Espero que os guste!!

Gracias a jem1967 en PDD


PD: En este link también puedes descargar los capítulos anteriores

El Corazón de la Oscuridad - Amanda Ashley

En cuatrocientos años, Rayven nunca ha conocido a una mujer como Rhianna McLeod. Ella es una visión de luz y calor, todo lo que él no es... ni puede ser. Condenado a vivir para siempre en la oscuridad y la soledad, él conoce demasiado bien todos los riesgos de estar cerca de ella, tiene hambre de ella con una intensa pasión que se ha jurado no permitirse sentir nunca.

El padre de Rhianna la vende a Rayven para poder llevar comida a su mesa... así que no tiene más opción que ir con el oscuro desconocido. Para su sorpresa, él le da todo lo que ella quiere: la ropa más fina, educación y el manejo del castillo... es decir, todo menos su contacto.

Aunque ella percibe el peligro bajo su manera suave de hablar y a pesar de que el propio Rayven le advierte que se mantenga lejos, se siente atraída por esta criaturas de la noche, y lo ama como no puede amar a otro.

A mí me encantó.

 ¡¡Espero que os guste!!!

Ángel de Plata - Johanna Lindsey

MÁGICA, REBELDE Y SENSUAL, ELLA ES UN...ÁNGEL DE PLATA


Raptada y vendida como esclava, Chantelle Burke fue introducida en los perfumados aposentos del Bajá jurando que jamás se sometería a los caprichos de este amo sin corazón. Pero la magnífica apostura viril del hombre que la aguardaba allí, en medio de la seda y el esplendor, la dejó aturdida. Sus penetrantes ojos color esmeralda la cautivaron y los brazos que rodearon su cuerpo lo debilitaron de deseo.

Él haría con ella lo que quisiera puesto que sólo era su esclava. Sin embargo, este misterioso desconocido - cuya verdadera identidad se escondía bajo las lujosas vestiduras orientales - la enloquecía con nuevas sensaciones y la transportaba, más allá de los muros del harén, a un mundo sin dueños ni esclavas.

Una historia de amores y pasiones encontradas en el choque de dos civilizaciones completamente opuestas. Una brillante novela histórico - romántica, en la que sus inolvidables protagonistas llegan a los sentimientos más profundos del corazón del lector.

¡¡Espero que os guste!!

29 abril 2012

Crítica Personal de "Los Vengadores"




¡¡¡Hola chicos/as!!!

Ayer, por fin, fui a ver la película de Los Vengadores y no me decepcionó para nada.

Yo no soy muy fan de los cómics de superhéroes (aunque los conozco), pero creo esta película les gustará a prácticamente todo el mundo.

La película continúa a partir de las anteriores con una historia de fondo común sobre un cubo azul de energía (el “teseraptor”). Para el que no se acuerde, este cubo aparecía en la película de Thor y era la fuente de energía que utilizaba Loki para pelear. Este cubo cae en la Tierra después de la derrota de Loki y lo encuentran en el fondo del mar junto al congelado Capitán América.

Partiendo de este punto, el director Joss Whedom (al que recordaremos de series como Buffy Cazavampiros o Ángel) crea una película llena de acción y con puntos cómicos muy buenos, que te engancha enseguida con una trama coherente. 

Como ya esperábamos por sus anteriores películas, el polémico Iron Man/Toni Stark (Robert Downey Jr), es una pieza clave para el buen funcionamiento de esta película, es un personaje que sobresale por sus comentarios y coñas con otros personajes como el Capitán América o Bruce Banner.

También hay que destacar la actuación de personajes como Thor (da una aparece imagen mucho más simpática en esta película), Loki e incluso la Viuda Negra (me sorprendió que no se limitara a enseñar palmito, es buena manipulando y reparte tortas como panes).

Aunque, la gran estrella de la película es Bruce Banner/Hulk (Mark Ruffalo), un personaje que en un principio parece muy limitado (un tío enorme al que le encanta destrozarlo todo,) pero que en esta película demuestra ser muy cómico e irónico. Te hará llorar de risa.

En conclusión, una gran película que no deja indiferente a nadie y de la cual sales deseando poder comentarla con todos tus conocidos.

Espero que no tarden mucho en hacer la secuela.

¡¡¡Os la recomiendo a todos!!!

¡¡Besos!!

Can't Lose You - Wann

Esta es la historia de dos jóvenes que vienen de mundos completamente distintos pero que son unidas por las circunstancias.


Yooi es una chica que trabaja muy duro para poder ganar el dinero suficiente para pagar algún día las deudas de su padre.

Lida, en cambio, viene de un mundo lleno de privilegios, es rica y está comprometida con un chico rico.

Pero cuando estas dos chicas se conocen descubren que la cosa que tienen en común es que son totalmente idénticas físicamente, esto le dará un giro inesperado a sus vidas, en especial cuando Yooi acepte la irresistible oferta de ser la doble de Lida, encontrándose en situaciones como ser perseguida por asesinos y enamorarse del prometido de esta.

¡¡Espero que os guste!!

Los Cuatro Primeros Capítulos de "Amante Renacido" (Lover Reborn) - J. R. Ward


Aquí os dejo los cuatro primeros capítulos de la historia de Tohr, la décima entrega de la Hermandad de la Daga Negra.

¡¡Espero que os guste!!


PRIMAVERA



UNO



—¡El bastardo ha tomado el puente! ¡Es mío!

Tohrment esperó un silbido de respuesta y, cuando llegó, salió disparado como una flecha tras el
 lesser, sus shitkickers golpeaban el suelo, sus piernas se movían como un pistón y sus manos estaban apretadas en dos fuertes puños. Pasó unos contenedores de basura y aparcó su posición, las ratas y la gente sin hogar estaban diseminadas, saltó sobre la barricada y sobre una moto. 

Las tres de la mañana en el centro de Caldwell, Nueva York, te daba los obstáculos necesarios para mantener la mierda divertida. Desafortunadamente, el asesino que iba delante estaba tomando una dirección que él no quería tomar.
 

Mientras golpeaban la rampa de acceso al puente en dirección oeste, Tohr quiso matar al idiota. A diferencia de los bloques de privacidad que podías encontrar en el laberinto de callejuelas que rodeaban los clubs, el tráfico estaba garantizado en el Hudson, incluso tan tarde. De acuerdo, seguro que la suspensión especial de Herbert G. Falcheck no iba a ser golpeada por un coche, pero no iban a ser pocos –y Dios sabía que todo humano detrás de un volante tenía un maldito iPhone hoy en día.

Había una única regla en la guerra entre los vampiros y la Sociedad
Lesser: mantente jodidamente alejado de los humanos. Esa raza de orangutanes y curiosos entrometidos era una complicación esperando ocurrir y lo último que nadie necesitaba era la confirmación generalizada de que Drácula no era un producto de ficción y los muertos vivientes no eran sólo un programa de televisión.

Nadie quería aparecer en primera línea en la red de noticias, en los periódicos o en las revistas.

Internet estaba bien. No había nada de credibilidad ahí.
 

Este principio era la única cosa que el enemigo y la Hermandad de la Daga Negra habían acordado, la única deferencia que se había dado por ambas partes. Por lo tanto, seh, los asesinos podían, por ejemplo… fijar su objetivo en tu
 sellan embarazada, dispararle en la cara y abandonarla para que muera, llevándose no sólo su vida, sino la tuya propia. Pero Dios no quiera que alborotasen a los humanos. 

Porque eso sólo sería un error.
 

Por desgracia, este hijoputa de piernas hidráulicas y direccionalmente desafiante no había recibido la nota.
 

Nada que un puñal negro en el pecho no pudiese arreglar.

Mientras un rugido surgía de su garganta y los colmillos se alargaban en su boca, Tohr cavó profundamente y tocó una reserva de odio de alto octanaje, su tanque de gasolina se recargó y su energía se renovó instantáneamente.
 

Había sido un largo camino volver de la pesadilla de su Rey y sus Hermanos viniendo a decirle que su vida había terminado. Como macho emparejado, su hembra
había sido el corazón que latía en su pecho y, en ausencia de su Wellsie, él era el fantasma de lo que había sido una vez, forma sin sustancia. Lo único que lo animaba era la caza, la captura y la matanza. Y el conocimiento de que podía despertar a la noche siguiente y encontrar más para pulverizar.

Aparte de ahvenging su muerte, bien podría estar en el Fade con su familia. Francamente, esto último sería preferible –y quién sabe, tal vez había suerte esta noche. Quizás en el fragor de una pelea sufriera una lesión catastrófica y mortal y fuera liberado de sus cargas.

Un macho sólo podía esperar.

El estruendo de una bocina de un coche seguido por un coro de chirridos de neumáticos fue el primer signo de que el Capitán Complicaciones había encontrado lo que buscaba.

Tohr alcanzó lo alto de la subida de la rampa justo a tiempo para ver al asesino rebotar en el capó de un Toyota nada-especial. El impacto dejó muerto el turismo; no frenó al asesino en lo más mínimo. Como todos los lessers, el cabrón era más fuerte y más resistente de lo que había sido como un simple humano, la sangre negra y aceitosa del Omega le daba un motor más grande, una suspensión más firme y un mejor manejo –así como neumáticos de carrera en este caso.

Sin embargo, su GPS apestaba de verdad.

El asesino se levantó de su voltereta al otro lado del pavimento como un acróbata profesional y, por supuesto, siguió su camino. Sin embargo, estaba herido, ese nocivo olor a polvos de talco era más pronunciado.

Tohr llegó hasta el coche justo cuando un par de humanos abrían las puertas, salían a toda prisa y comenzaban a agitar los brazos como si algo estuviese en llamas.

—Departamento de Policía de Caldwell —gritó Tohr mientras los pasaba—. ¡En persecución!

Esto les calmó y aseguró un control de daños. Estaba prácticamente garantizado que ahora se convertirían en un gallinero con todo tipo de inclinaciones Kodak y era perfecto –cuando todo acabase, sabría dónde encontrarles, así que podría borrarles la memoria y coger sus móviles.

Mientras tanto, el lesser parecía estar matándose por alcanzar la vía peatonal, no era el mejor movimiento. Si Tohr hubiese estado en la posición del tonto del culo, se habría hecho cargo de ese Toyota y habría tratado de ahuyentar a…

—Oh… vamos… —Tohr apretó los dientes.

Al parecer, el objetivo del cabrón no era la vía peatonal, sino el borde del puente. El asesino saltó, pasó por encima del vallado que contenía la vía peatonal, y aterrizó en el delgado borde del lado apuesto. Próxima parada: el río Hudson.

El asesino miró tras de sí y, en el resplandor rosa de las luces de sodio, su arrogante expresión era la de un muchacho de dieciséis años después de beber un paquete de seis cervezas delante de sus amigos.

Todo ego. Nada de cerebro.

Iba a saltar. El hijoputa iba a saltar.

Jodido idiota. A pesar de que el feliz jugo del Omega daba a los asesinos todo ese poder, eso no significaba que las leyes de la física no existiesen para ellos. La pequeña tonadilla de Einstein sobre que la energía es igual a la masa multiplicada por la velocidad de la luz al cuadrado todavía se aplicaba –así que cuando el imbécil cayese al agua, iba a obtener un fuerte impacto que le ocasionaría considerables daños estructurales. Que no le matarían pero que le dejarían jodidamente incapacitado.

Los cabrones no podían morir a menos que fuesen apuñalados. Y podían pasar la eternidad en el purgatorio de la descomposición.

Malditos lloricas.

Y antes del asesinato de Wellsie, Tohr probablemente lo habría dejado pasar. En la escala móvil de la guerra, era más importante envolver a esos humanos en la mierda de la amnesia e ir de cabeza a ayudar a John Matthew y Qhuinn, que seguían liados en el callejón. ¿Ahora? No iba a retirarse: de un modo u otro, este asesino y él iban a conocerse-a-fondo.

Tohr saltó por encima de la baranda, golpeó la vía peatonal y rebotó en la valla. Sujetándose a la verja, balanceó su cuerpo sobre la parte superior y encajó sus shitkickers en el parapeto.

La fanfarronería del lesser se desinfló un poco cuando empezó a retroceder.

—¿Qué? ¿Piensas que tengo miedo a las alturas? —dijo Tohr en voz baja—. ¿O que una verja de un metro y medio me va a impedir alcanzarte?

El viento soplaba contra ellos, pegando las ropas a sus cuerpos y silbando a través de las vigas de acero. Lejos, lejos, muy lejos, las oscuras aguas del río no eran más que un espacio vago y oscuro como el de un aparcamiento.

Se sentiría como el asfalto también.

—Tengo una pistola —gritó el lesser.

—Pues sácala.

—¡Mis amigos vendrán a por mí!

—Tú no tienes ningún amigo.

El lesser era un recluta nuevo: su pelos, sus ojos y su piel aún no eran pálidos. Larguirucho e inquieto, parecía un drogadicto al que se le había fundido el cerebro, sin duda esa era la razón por la que había acabado formando parte de la Sociedad.

—¡Voy a saltar! ¡Voy a saltar, coño!

Tohr palmeó el mango de una de sus dos dagas y desenfundó la hoja negra.

—Entonces deja de parlotear y empieza a volar.

El asesino miró por encima de su hombro.

—¡Lo haré! ¡Juro que lo haré!

Una ráfaga arremetió contra ellos desde una dirección diferente, barriendo el largo abrigo de cuero de Tohr.

—No me importa. Te mataré aquí o allí abajo.

El lesser se asomó por el borde otra vez, dudó y luego se lanzó, saltando de lado y golpeando todo ese nada-sólo-aire, sus brazos agitándose como si estuviera tratando de mantener el equilibrio para aterrizar con los pies por delante.

Lo que a esa altura probablemente sólo impulsaría los fémures hacia su cavidad abdominal. Sin embargo eso era mejor que tragarse su propia cabeza.

Tohr envainó su daga y se preparó para su propio descenso tomando una profunda inspiración. Y fue entonces....

Mientras se acercaba al borde y cogía la primera bocanada de antigravedad, no se perdió la ironía del salto del puente. Había pasado mucho tiempo deseando que llegase su muerte, orándole a la Virgen Escribana para que tomase su cuerpo y lo enviase junto a sus seres queridos. El suicidio nunca había sido una opción; si te quitabas la vida, no podías entrar en el Fade –y esa era la única razón por la que no se había cortado las venas ni había chupado el cañón de una escopeta o… saltado de un puente.

En su descenso, se permitió disfrutar de la idea de que esto era el fin, de que el impacto que vendría un segundo y medio después iba a terminar con su sufrimiento. Todo lo que tenía que hacer era redirigir su trayectoria, no protegerse la cabeza y dejar que sucediera lo inevitable: desmayo, probable parálisis, muerte por ahogamiento.

Salvo que ese tipo de adiós-para-siempre podría no ser el resultado final. Quien quiera que hiciese la llamada en estas cosas tendría que saber que, a diferencia del lesser, él sí tenía una salida.

Calmando su mente, se desmaterializó en mitad de la caída libre –la gravedad tenía una muerte preparada para él y al momento siguiente Tohr no era más que una nube invisible de moléculas que podía dirigirse hacia donde él quisiera.

A continuación, el asesino golpeó el agua con el ¡plaf! de alguien que ha caído de lado en la piscina o se ha tirado desde un trampolín. El hijoputa era como un misil golpeando un objetivo y la explosión que provocó hizo que el río Hudson se disparase hacia el aire fresco.

Tohr, por el contrario, prefirió materializarse en el soporte de hormigón que había a la derecha del impacto. Tres… dos… uno…

Bingo.

Una cabeza emergió del agua aún burbujeante. No movía los brazos intentando conseguir algo de oxígeno. Tampoco pataleaba. Ni boqueaba.

Pero no estaba muerto: podías atropellarlos con tu coche, golpearles hasta romperte el puño, arrancarles los brazos y/o las piernas, hacer todo lo que demonios quisieras… y seguirían con vida.

Los cabrones eran las garrapatas del infierno. Y no había manera de que él no se mojase.

Tohr se quitó el abrigo, lo dobló cuidadosamente y lo dejó en la coyuntura donde la parte superior del soporte se unía con la amplia base acuática. Entrar en el agua con eso a su espalda le aseguraba el ahogamiento; además tenía que proteger sus cuarenta y su móvil.

Con un par de saltos, para conseguir el suficiente impulso para zambullirse en mar abierto, se lanzó hacia delante con el cuerpo recto como una flecha, los brazos estirados sobre su cabeza y las manos juntas. A diferencia del lesser, se zambulló suave y elegantemente, a pesar de que se había lanzado desde la superficie del río Hudson a unos buenos cuatro metros de altura.

Fría. Jodidamente fría de verdad.

Después de todo, estábamos a finales de abril en Nueva York –lo que todavía era un mes bien alejado de cualquier cosa remotamente suave.

Exhalando por la boca mientras daba brazadas desde las profundidades, consiguió un potente estilo libre. Cuando llegó hasta el asesino, lo agarró por la chaqueta y empezó a arrastrar el peso muerto hacia la orilla.

Donde terminaría esto. Después podría ir a buscar al siguiente.


Mientras Tohr se lanzaba desde el puente, la vida de John Matthew pasó delante de sus ojos –como si fuera él el de las shitkickers que habían dejado atrás la tierra firme a favor de la nada.

John había estado en la orilla, bajo la rampa de salida, terminando con el asesino que había estado persiguiendo cuando ocurrió: por el rabillo del ojo, vio algo cayendo desde gran altura hacia el río.

No le encontró sentido al principio. Cualquier lesser con dos dedos de frente sabría que aquella no era una buena ruta de escape. Salvo que entonces todo se volvió demasiado claro. Una figura estaba de píe en el borde del puente, su abrigo de cuero ondeaba a su alrededor como un sudario.

Tohrment.

Noooooo, John había gritado sin hacer ningún sonido.

—Hijo de puta, va a saltar —Qhuinn peleaba detrás de él.

John se lanzó hacia delante, lo único que podía hacer, y gritó silenciosamente cuando lo más parecido que tenía a un padre saltó.

Más tarde, John reflexionaría que un momento como ése tenía que ser lo que la gente llama la muerte misma –cuando sumas una serie de acontecimientos que se están desarrollando y las matemáticas dan como resultado una destrucción segura, tu mente conecta el pase de diapositivas y muestra los clips de tu vida como siempre los habías conocido:

John sentado en la mesa de Tohr y Wellsie la primera noche después de que ser adoptado en el mundo de los vampiros… la expresión en el rostro de Tohr cuando los resultados de la sangre demostraron que John era el hijo de Darius… ese momento de pesadilla cuando la Hermandad llegó para decirles que Wellsie se había ido…

Luego vinieron las imágenes del segundo acto: Lassiter trayendo de vuelta la cáscara arrugada de Tohr de dónde quisiera que él hubiese estado… Tohr y John finalmente distanciándose por el asesinato… Tohr trabajando gradualmente para recuperarse… la shellan de John apareciendo con el vestido rojo que Wellsie llevó en su ceremonia con Tohr…

Tío, el destino apestaba. No hacía más que entrar sin permiso y mear sobre el jardín de rosas de todos.

Y ahora se cagaba en las otras macetas de flores.

Salvo que Tohr desapareció abruptamente en el aire. Estaba en caída libre y al segundo siguiente se había ido.

Gracias a Dios, pensó John.

—Gracias, Niño Jesús —murmuró Qhuinn.

Un momento después, al otro lado de un poste, una oscura flecha se hundió en el río.

Sin una mirada o una palabra entre ellos, Qhuinn y él salieron disparados en esa dirección, llegando a la rocosa costa cuando Tohr emergía, cogía al asesino y empezaba a nadar hacia allí. Mientras John se colocaba en posición de ayudar a arrastrar al asesino, fijó sus ojos en el sombrío y pálido rostro de Tohr.

El macho parecía muerto, a pesar de que técnicamente estaba vivo.

Lo tengo, señaló John mientras se inclinaba, aferraba el brazo que estaba más cerca y sacaba fuera del río el peso mojado del asesino. El lesser aterrizó en un montón y dio la perfecta impresión de ser un pez: ojos desorbitados, boca abierta, pequeños sonidos provocados por la garganta completamente abierta.

Pero, sea como fuere, Tohr era el problema y John observó al Hermano mientras éste salía del agua. Los pantalones de cuero se pegaban como una lapa a sus delgados muslos, la camiseta era una segunda piel para su plano pecho y el corto pelo negro seguía en punta a pesar de que estaba mojado.

Los oscuros ojos azules estaban fijos en el lesser.

O deliberadamente ignoraban la mirada de John.

Probablemente ambas cosas.

Tohr se agachó y agarró al lesser por el cuello. Desnudando unos colmillos brutalmente largos, gruñó.

—Te lo dije.

Luego sacó la daga negra y comenzó a apuñalarlo.

John y Qhuinn tuvieron que dar un paso atrás. Era eso o recibir una buena mano de pintura.

—Podría haberle asestado el golpe en el maldito pecho —susurró Qhuinn—, y terminar el trabajo de una vez.

Salvo que matar al asesino no era el fin. Era la profanación.

Esa hoja de un nítido negro penetraba cada centímetro de carne –excepto el esternón, que era el interruptor para apagar a los lessers. Con cada cuchillada, Tohr exhalaba fuerte y, con cada tirón, el Hermano inhalaba profundamente, el ritmo de su respiración creaba una escena espantosa.

—Ahora sé cómo cortan la lechuga en tiras.

John se frotó la cara y supo que ése era el comentario final.

Tohr no redujo la velocidad. Sólo se detuvo. Y seguidamente, se dejó caer hacia un lado, apoyándose con una mano sobre el suelo empapado de aceite. El asesino estaba… bueno, destrozado, seh, pero no acabado.

Sin embargo, no debían ayudar. A pesar del evidente agotamiento de Tohr, John y Qhuinn sabían que no debían meterse en el final de la partida. Habían visto eso antes y sabían que el golpe final debía de ser de Tohr.

Después de un momento de recuperación, el Hermano se tambaleó de vuelta a su posición, tomó con las dos manos la daga y levantó la hoja por encima de su cabeza.

Un grito ronco surgió de su garganta cuando enterró la daga en lo que quedaba del pecho de su presa. Cuando una brillante luz destelló, la trágica expresión en el rostro de Tohr se iluminó, mostrando sus rasgos retorcidos y horribles, atrapados por un momento… y una eternidad.

Él permaneció frente a la luz, a pesar de que el sol temporal era demasiado brillante para mirar.

Después de esto, el Hermano se desplomó como si su columna vertebral se hubiese convertido en masilla y su energía hubiese desaparecido. Era evidente que necesitaba alimentarse, pero ese era otro tema inútil, como tantos otros.

—Qué hora es —la pregunta salió entre jadeos

Qhuinn le echó un vistazo a su Suunto.

—Dos de la mañana.

Tohr levantó la mirada del suelo manchado que había estado observando fijamente y enfocó sus ojos enrojecidos en la parte del centro de la ciudad de la que ellos acababan de venir.

—¿Cómo volvemos al complejo? —Qhuinn tomó su móvil—. Butch no está muy lejos…

—No —Tohr se echó hacia atrás y se sentó sobre su culo—. No llames a nadie. Estoy bien… sólo necesito recuperar el aliento.

Puta. Mierda. El tipo no estaba más cerca de encontrarse bien de lo que John estaba en ese momento. Aunque, está bien, sólo uno de ellos estaba empapado con una ráfaga de diez grados.

John colocó las manos en el campo de visión del Hermano.
Nos vamos a casa ahora…

Flotando en la brisa, como una alarma extendiéndose a través de una silenciosa casa, el olor a talco para bebé cosquilleó en la nariz de cada uno.

El hedor hizo lo que toda esa respiración profunda no pudo: levantó a Tohr. Atrás quedó la desorientación –diablos, si le hubieses señalado que todavía seguía mojado como un pez, probablemente se habría sorprendido.

—Hay más —gruñó él.

Cuando se adelantó, John maldijo como un loco.

—Vamos —dijo Qhuinn—. Pongámonos en marcha. Ésta va a ser una noche larga.

DOS



—Tómate algo de tiempo libre… relájate… disfruta…

Mientras Xhex le mascullaba a un corrillo de muebles antiguos, salía de la habitación y entraba en el baño. Y volvía a la habitación. Y… de nuevo a mármol-landia.

En el baño, que ahora compartía con John, se paró frente al profundo jacuzzi. Junto a los grifos de latón había una bandeja plateada con todo tipo de lociones, pociones y toda-esa-mierda-femenina. Y eso no era ni la mitad del asunto. ¿Justo junto a los lavamanos? Otra bandeja, ésta llena de perfumes Chanel: CristalleCocoNo. 5Coco Mademoiselle. También había una fina canasta de mimbre con cepillos, algunos con cedras cortas, otros puntiagudas o mierda de metal. ¿Y en los armarios? Había esmaltes de uñas OPI en suficientes variaciones de rosa de mierda como para provocarle una hemorragia nasal a Barbie. Así como quince marcas diferentes de mousse, gel y espray para el pelo.

¿En serio?

Y mejor no empezaba con todo ese maquillaje.

¿Quién demonios pensaban que se había mudado? ¿Una de esas gilipollas tipo Kardashian?

Y sobre eso… Cristo, no podía creer que ahora conociera a Kim, Kourtney, Khloe, Kris; el hermano, Rob; el padrastro, Bruce; las hermanas pequeñas Kendall y Kylie; y los esposos y novios varios, y ese crío Mason…

Encontrando sus propios ojos en el espejo, pensó: Bueno, no era todo esto interesante. ¡Se las había arreglado para volarse sus propios sesos con la E! Televisión de Entretenimiento.

Desde luego era menos sucio que decapitarse y los resultados eran los mismos.

—Esa mierda debería venir con una etiqueta de advertencia.

Mientras miraba fijamente su reflejo, reconoció el pelo negro rapado, la piel pálida y el cuerpo duro. Las uñas cortas. La ausencia absoluta maquillaje, incluso llevaba puesta su propia rosa, la camiseta negra pegada y pantalones de cuero, un uniforme que se había puesto cada noche durante años.

Bueno, a excepción de unas tardes atrás. Entonces había llevado puesto algo totalmente diferente.

Puede que ese vestido fuera la razón por la que todas estas cosas habían aparecido de la nada justo después de la ceremonia de emparejamiento. Friz y los doggen debían haber asumido que había pasado página. Eso, o todo esto tan solo era parte del bagaje estándar de la shellan recién emparejada.

Dándose la vuelta, se llevó las manos a la base de la garganta hacía el gran diamante cuadrado que John le había comprado. Engarzado en robusto platino, era la única joya que podía imaginarse llevando alguna vez: duro, sólido, capaz de aguantar una buena pelea sin despegarse de su cuerpo.

En este nuevo mundo de Paul Mitchell, Bed Head y la mierda apestosa de Coco, John aún sabía cómo era ella. ¿Por lo que se refería al resto de ellos? ¿Podías decir “educación”? No era la primera vez que tenía que hacer de profesora de un puñado de machos que pensaban que porque tenías pecho pertenecías a una jaula dorada. ¿Y si alguien intentaba convertirla en una pava de la glymera? Simplemente serraría los barrotes dorados, pondría una bomba en la base y luego colgaría los restos de una de las arañas del vestíbulo.

Dirigiéndose a la habitación, abrió el armario y sacó el vestido rojo que había llevado en la ceremonia. El único vestido que se había puesto en su vida… y tenía que admitir que había disfrutado de la manera en que John se lo había quitado con los dientes. Y sí, claro, las noches holgazaneando había estado bien… el primer descanso que había tenido jamás. Todo lo que habían hecho había sido tener sexo, alimentarse el uno del otro, comer comida deliciosa y repetirlo todo con algunos momentos de sueño.

Pero ahora John había vuelto al campo de batalla… mientras que ella no volvería hasta mañana por la noche.

Solo eran 24 horas, un retraso, no un punto muerto.

¿Entonces qué demonios era el problema?

A lo mejor toda la mierda femenina estaba gatillando a su zorra interior sin ninguna razón de peso. No estaba acorralada, nadie la estaba obligando a cambiar, y todo el rollo del vestido había sido su puñetera culpa. ¿En lo que se refería al asunto de la belleza? Los doggen solo estaban intentando ser amables, en la única manera que conocían.

No es que hubiera muchas hembras como ella. Y no lo decía sólo por ser medio sympahth

Frunciendo el ceño, giró la cabeza.

Dejando que el satín cayera de sus manos, captó el mapa emocional que se encontraba fuera en el pasillo.

Con sus sentidos sympahth, la estructura de dolor, pérdida y vergüenza era tan real como cualquier edificio cerca del que pudieras pasar, mirar o caminar. Desafortunadamente, en este caso, no había manera de reparar el daño de sus cimientos, o el agujero en el techo, o el hecho de que el sistema eléctrico ya no funcionaba. Incluso aunque experimentaba las emociones de las personas como si fueran una casa privada, no había trabajadores subcontratados que vinieran a reparar lo que estaba mal. Los dueños tenían que hacer sus propias mejoras sobre lo que estaba roto, nadie más podía hacerlo por ellos.

Mientras salía hacia el vestíbulo de las estatuas, Xhex sintió un temblor recorrer su propia casita. Pero bueno, la figura de la túnica que cojeaba frente a ella era su madre.

Dios, aún se sentía rara al decir eso, incluso si solo era en su cabeza… y no se aplicaba en tantos niveles, ¿no?

Se aclaró la garganta.

—Buenas noche… ah…

Soltar un mahmen, mamá o mami no sonaba bien. No'One, el nombre que se había dado la hembra, tampoco. Pero ¿cómo llamabas a alguien que había sido abducida por un sympahth, forzada a concebir y después obligada por la biología a cargar con el resultado de la tortura?

Nombre y apellido: Lo Siento.

Mientras No'One se movía nerviosamente, la capucha que cubría su rostro se mantenía en su lugar.

—Buenas noches, ¿cómo te encuentras?

El inglés sonaba inseguro en labios de su madre, sugiriendo que la hembra se hubiera manejado mejor hablando en el Idioma Antiguo. Y la reverencia que le dedicó, totalmente innecesaria, estaba algo inclinada hacia un lado, probablemente por la herida que fuera que causó su andar desigual.

La esencia que emanaba no tenía nada que ver con Chanel. A menos que recientemente le hubieran añadido un toque de Tragedia.

—Estoy bien —mejor intenta con inquita y aburrida—. ¿A dónde vas?

—A recoger el salón.

Xhex se guardó su gesto de no-vayas-ahí. Fritz no dejaba a nadie que no fueran los otros doggen levantar un solo dedo en la mansión… y No'One que, a pesar de que había venido para atender a Payne, estaba alojada en una de las habitaciones de invitados, comiendo en la misma mesa que los Hermanos y era aceptada como la madre de una de las shellans… no entraba en la categoría de sirvienta de ninguna manera.

—Seh, ah… Te gustaría… —¿hacer qué? Se preguntó Xhex. ¿Qué podían ellas dos hacer juntas? Ella era una guerrera, su madre… un fantasma con sustancia. No es que tuvieran mucho en común.

—Está bien —dijo No'One con gentileza—. Estos momentos son incómodos…

Resonaron truenos en el vestíbulo, justo como si se hubieran formado nubes, relámpagos y hubiera empezado a llover a cántaros. Mientras No'One retrocedía, Xhex miró por encima de su hombro. ¿Qué cojones era…

Rhage, conocido como Hollywood, conocido como el Hermano más grande y bello, prácticamente saltó hasta la barandilla del segundo piso. Al aterrizar, su cabeza giró hacia ella, sus ojos neón en llamas.

—John Matthew llamó. Se ha liado parda en el muelle. Coge tus armas, nos vemos en la puerta principal en diez minutos.


—De puta madre —siseó Xhex, se dio la vuelta y dio una palmada.

Cuando volvió a dirigirse a su madre, la hembra estaba temblando, e intentando que no se le notara.

—Está bien —dijo Xhex—. Soy buena luchando. No van a hacerme daño.

Bonitas palabras. Excepto que eso no era de lo que la hembra estaba preocupada, ¿verdad?: su mapa emocional mostraba miedo… de Xhex.

Duh. Teniendo en cuenta que era una symphath mestiza es obvio que No'One siempre pensaría en “peligrosa” antes que en “hija”.

—Te dejaré a solas —dijo Xhex—, no te preocupes.

Mientras trotaba de vuelta a su dormitorio, no podía ignorar el hecho de que su pecho la estaba matando. Pero bueno, había otras cosas que no podía ignorar. Su madre no la había querido en su vida.

Y aún no lo hacía.

Pero quién podía culparla.
***


Por debajo del borde de la capucha de su túnica, No'One observó a la alta, fuerte y despiadada hembra a la que había dado a luz apresurarse a luchar contra el enemigo.

Xhexania no parecía inmutarse ante la idea de que estaría enfrentándose a un peligroso restrictor. De hecho, esa expresión de satisfacción que había cruzado su rostro ante la orden del Hermano sugería que lo disfrutaría.

Las rodillas de No'One fallaron mientras pensaba sobre lo que había traído al mundo, esta hembra con poder en sus miembros y venganza en su corazón. Ninguna hembra de la glymera respondería de esa manera, pero bueno, nunca se les preguntaría tampoco.

Sin embargo, el sympahth estaba en su hija.

Querida Virgen Escriba…

Y aún así, mientras Xhexania se daba la vuelta, había escondido una expresión rápidamente.

No'One se apresuró a seguirla, cojeando pasillo abajo hasta la habitación de su hija. Cuando llegó a la pesada puerta, tocó suavemente.

—Ey.

—Lo siento.

No hubo ninguna reacción. Eso decía bastante.

—¿Por qué?

—Sé lo que es que tus padres no te quieran. No quiero que tú…

—Está bien —Xhexania se encogió de hombros—. No es como si no supiera de dónde vienes.

—Yo…

—Escucha, tengo que prepararme. Pasa si quieres, pero estás sobre aviso: no voy a vestirme para tomar el té.

No’One dudó un momento en el umbral. Dentro, estaba claro que la habitación se usaba bien. La cama estaba revuelta, había pantalones de cuero encima de sillas, dos pares de botas en el suelo, un par de vasos de vino en una mesita cerca de un diván. Por todas partes la esencia de vinculación de un macho hecho y derecho, oscura y sensual, permanecía en el aire.

Permanecía en la propia Xhexania.

Hubo una serie de clics y No'One miró más allá de la puerta. En el armario, Xhexania estaba arreglando algún tipo de arma con muy mal aspecto. Era totalmente competente, deslizándola en una funda bajo su brazo y luego sacando otra. Y luego estaban las balas y el cuchillo…

—No vas a sentirte mejor acerca de mí solo por quedarte ahí parada.

—No he venido por mí.

Eso hizo que sus manos pararan…

—¿Por qué entonces?

—Vi la expresión en tu cara. No quiero eso para ti.

Xhexania alcanzó una chaqueta de cuero y maldijo mientras se ponía la cosa.

—Mira, mejor no finjamos que ninguna de las dos quería que naciera, ¿vale? Te absuelvo, me absuelvo, fuimos las víctimas, blah, blah, blah. Tenemos que dejar eso claro y seguir adelante, cada una por su camino.

—¿Estás segura de que eso es lo que quieres?

La hembra se quedó de piedra, luego entrecerró los ojos.

—Sé lo que hiciste. La noche de mi nacimiento.

No'One dio un paso atrás.

—¿Cómo…

Xhexania se señaló el pecho.

—Sympahth, ¿recuerdas? —la guerrera se acercó, su paso como el de un depredador—. Eso significa que veo dentro de la gente… así que puedo sentir el miedo que tienes ahora. Y los remordimientos. Y el dolor. Ahí de pie frente a mí es como si estuvieras de vuelta al momento en que todo pasó… y sí, sé que preferiste enterrarte una daga en el vientre antes que tener que afrontar un futuro conmigo. Así que, como dije, ¿por qué simplemente no nos ignoramos y nos ahorramos todo el lío?

No'One alzó su barbilla.

—Desde luego, eres una mestiza.

Unas cejas oscuras se alzaron.

—¿Perdona?

—Solo sientes una porción de lo que siento por ti. O quizás es que no deseas reconocer, por razones que te son propias, que pueda preocuparme por ti.

A pesar de que la hembra estaba armada hasta los dientes, de repente parecía vulnerable.

—No sesgues posibles caminos para nosotras tu feroz auto-protección —susurró No'One—. No tenemos que forzar la cercanía si no está ahí, pero no le impidamos florecer si queda alguna oportunidad. Quizás… quizás podrías decirme si hay alguna manera, por pequeña que sea, en que pudiera ayudarte esta noche. Podemos comenzar así… y ver cómo va desarrollándose.

Xhexanía comenzó a pasearse por la habitación, su duro cuerpo parecido al de un macho, su atuendo parecido al de un macho, su energía masculina. Paró cuando estaba en frente del armario y, tras un momento, dejó entrever las faldas del vestido rojo que Tohrment le había dado para la noche de su emparejamiento.

—¿Has limpiado el satén? —preguntó No'One—. No es que esté sugiriendo que lo hayas manchado, pero la tela delicada tiene que tratarse con cuidado para ser preservada.

—No tendría ni idea de cómo hacer eso.

—¿Me permitirías hacerlo por ti?

—Estará bien…

—Por favor, permíteme.

Xhexania la miró y en voz baja dijo:

—¿Por qué, en el nombre de Dios, querrías hacer eso?

La verdad era tan simple como cuatro palabras. Tan compleja como todo un idioma.

—Eres mi hija. 

TRES



De vuelta al centro de Caldwell, Tohr ignoró el frío y los dolores, así como el agotamiento que le acosaba y perseguía una vez más: el olor a sangre fresca de lesser zumbó a través de él, como la cocaína en su sistema, y le dio fuerzas para seguir adelante.

Detrás de él, escuchaba a los otros dos muy cerca y sabía que no iban a buscar al enemigo –pero buena puta suerte tratando de llevarlo de vuelta a la mansión. El amanecer era la única cosa que podría conseguirlo.

Además, cuánto más se agotase, mayor probabilidad tenía en realidad de dormir durante una o dos horas.

Cuando giró la esquina de un callejón, sus shitkickers derraparon al detenerse. Frente a él, siete lessers estaban rodeando a un par de luchadores, pero los del centro no eran ni Z y Phury, ni V y Butch, ni Blaylock y Rhage.

El de la izquierda tenía en las manos una guadaña. Una guadaña enorme y tremendamente afilada.

—Hijo de puta –murmuró Tohr.

El macho con la hoja curva tenía los pies plantados en la acera como si fuera un dios, con el arma a punto y una sonrisa de anticipación en su fea cara, como si estuviera a punto de sentarse frente a un banquete. Junto a él, había un vampiro que Tohr hacía eones que no veía y que no se parecía nada al tipo que una vez había conocido en el Viejo Continente.

Parecía que Throe, hijo de Throe, había caído en malas compañías.

John y Qhuinn se detuvieron a ambos lados de él y el segundo estudió con la mirada al de la guadaña.

—Dime que no es nuestro nuevo vecino.

—Xcor.

—¿Nació con esa jeta o alguien se lo hizo?

—Quién sabe.

—Bueno, si se supone que es por una rinoplastia, necesita un cirujano plástico nuevo.

Tohr miró a John.

—Llama para que no vengan.

¿Perdona?, señaló el chico.

—Sé que has enviado un mensaje a los Hermanos que están en la casa. Diles que fue un error. Ahora mismo –cuando John empezó a discutir, cortó la conversación—. ¿Quieres que haya una guerra aquí? Viene la Hermandad, él les dice cabrones y, de repente, nos encontramos en un lío sin ningún tipo de estrategia. Vamos a encargarnos de esto por nosotros mismos… Lo digo jodidamente en serio, John. Me he ocupado de estos muchachos antes. Tú no.

Cuando la dura mirada de John se encontró con la suya propia, Tohr tuvo la sensación, como siempre, de que ellos habían estado juntos en situaciones como éstas hacía tiempo, mucho más que tan sólo los últimos meses.

—Tienes que confiar en mí, hijo.

La respuesta de John fue modular una maldición, coger el móvil y empezar a golpear las teclas.

Y en ese momento, Xcor se dio cuenta de que había visita. A pesar del número de lessers que tenía frente a él, se echó a reír.

—Son los Hermanitos de la Daga Negra… y justo a tiempo para salvarnos. ¿Queréis que nos arrodillemos?

Los asesinos se volvieron… gran error. Xcor no perdió ni un momento, con un barrido giratorio golpeó a dos de ellos en la parte baja de la espalda. Ése fue su golpe libre. Cuando el par cayó al suelo, los otros se dividieron en dos bandos: uno para Xcor y Throe, otro para Tohr y sus chicos.

Tohr soltó un rugido y se lanzó al ataque con sus propias manos, saltando hacia delante y bloqueando al primer asesino que alcanzó. Fue a por la cabeza, agarrándola fuerte, y le golpeó con su rodilla, partiéndole la cara al cabrón. Luego se la giró y lanzó el cuerpo laxo al lado de un contenedor de basura.

Cuando el sonido se desvaneció, Tohr se enfrentó con el siguiente. Hubiese preferido seguir con los puños, pero no iba a joderse: en el otro extremo del callejón, siete novatos más caían, como serpientes de un árbol, frente a la valla de alambre.

Sacó los puñales, asentó sus botas en el pavimento y pensó en una estrategia ofensiva para los recién llegados. Tío… podías decir lo que quisieras sobre la ética de Xcor, sus habilidades sociales y su idoneidad para GQ, pero el hijoputa sabía luchar. Balanceaba la guadaña como si pesara menos de medio kilo y tenía la habilidad de golpear a distancia –partes de lesser volaban por todas partes, unas manos, una cabeza, un brazo. El cabrón era increíblemente eficaz y Throe tampoco era un incompetente.

Contra todo pronóstico, y la elección de cualquiera de ellos, Tohr y su equipo cayeron en una sincronía con los bastardos: Xcor conducía la primera ronda al final del callejón, mientras su lugarteniente mantenía la segunda ola en su lugar, cerrándoles el paso. Después Tohr, John y Qhuinn se encargaban de la marea, uno por uno los otros asesinos eran enviados a los brutalmente heridos.

Aunque al principio había sido una exhibición, ahora se trataba de trabajar. Xcor no estaba haciendo ningún movimiento llamativo con su ancha hoja; Throe no estaba yendo de un lado a otro; John y Qhuinn estaban imparables.

Y Tohr estaba inmerso en la venganza.

Éstos no eran más que nuevos reclutas, por lo tanto no estaban ofreciendo mucha competencia. La cantidad, sin embargo, era tal que podría llegar a convertirse en…

Un tercer escuadrón apareció por encima de la valla.

Cuando aterrizaron uno tras otro en el pavimento, Tohr lamentó su orden a John. Que había sido por venganza. A la puta mierda lo de evitar el enfrentamiento entre la HDN y la Banda de Bastardos; lo que él había querido era guardarse los lessers para sí mismo. ¿El resultado? Había puesto a John y a Qhuinn en peligro. Xcor y Throe… ellos podían morir esta noche, mañana, dentro de un año, le daba igual. Y en cuanto a sí mismo… bueno, se puede saltar de un puente de mil formas distintas.

¿Pero sus chicos…? Merecían vivir. John era el hellren de alguien ahora. Y Qhuinn tenía toda la vida por delante.

No era justo que por su deseo de matar los pusiese demasiado pronto en la tumba.


Xcor, hijo de padre desconocido, tenía a su amante en las manos. Su guadaña era la única con la que había estado y esta noche, mientras se enfrentaba contra lo que había comenzado con siete enemigos, que habían aumentado a catorce, y luego a veintiuno, ella le estaba pagando su lealtad con un rendimiento sin precedentes.

Mientras avanzaban juntos, ella era una extensión de sus brazos. No era un soldado con un arma; unidos, ambos eran una bestia con mandíbulas poderosas. Y mientras luchaban, sabía que esto era lo que había echado en falta. Ésta era la razón por la que había cruzado el océano hasta el Nuevo Mundo: encontrar una nueva vida en una nueva tierra en la que todavía había un montón de viejos enemigos que merecían la pena.

A su llegada, sin embargo, sus ambiciones habían identificado una meta aún más alta. Y eso significaba que los otros vampiros del callejón estaban en su camino.

En el extremo opuesto del callejón, Tohrment, hijo de Hharm, era algo digno de ver. Por mucho que Xcor odiara admitirlo, el Hermano era un luchador increíble, esas dagas negras que se movían capturando la luz ambiente, esos brazos y esas piernas que cambiaban de posición tan rápido como un latido, ese equilibrio y ejecución… Pura perfección.

Si hubiese sido uno de los hombres de Xcor, el Hermano podría haber tenido que ser asesinado para que Xcor conservase su posición privilegiada: era un principio básico de liderazgo el que se eliminase a aquellos que presentaban un desafío potencial a la posición de uno… aunque eso no significaba que su banda estuviese formada por incompetente –después de todo, se tenía que eliminar a los débiles también.

El Sanguinario le había enseñado eso y mucho más.

Por lo menos algunas cosas habían demostrado no ser mentira.

Sin embargo nunca habría un lugar para alguien como Tohrment en su Banda de Bastardos: ese Hermano y los suyos no se ganaban la comida, mucho menos cualquier asociación profesional.

Aunque esa noche por poco tiempo estaban luchando unidos. Mientras la pelea avanzaba, Throe y él terminaron cooperando con los Hermanos, mandándoles lessers en pequeños grupos, que eran devueltos al Omega por los otros tres.

Dos Hermanos, o candidatos a la Hermandad, estaban con Tohr, y ambos eran más grandes que él. De hecho, Tohrment, hijo de Hharm, no estaba tan ancho como lo había sido. ¿Quizá se estaba recuperando de una lesión reciente? No importaba la causa, Tohr había elegido sabiamente a los que le respaldaban. El de la derecha era un macho enorme, del tamaño que demostraba que el programa de reproducción de la Virgen Escribana había tenido éxito. El otro era más esbelto y vertical que Xcor y sus hombres –eso no quería decir que fuese pequeño. Ambos luchaban sin problemas ni vacilación, sin mostrar miedo.

Cuando finalmente terminaron, Xcor respiraba con dificultad y sentía los antebrazos y los bíceps entumecidos por el esfuerzo. Todos los que tenían colmillos estaban de pie. Todos los que tenían sangre negra en las venas se habían ido, enviados de vuelta a su malvado creador.

Los cinco permanecieron en sus posiciones, las armas todavía en la mano mientras jadeaban y buscaban con los ojos bien abiertos cualquier signo de agresión del otro lado.

Xcor le echó una mirada a Throe y asintió muy ligeramente. Si habían llamados a otros de la Hermandad, no saldrían vivos de ese enfrentamiento. ¿Si estos tres atacaban? Él y su soldado tenían una oportunidad, pero habría heridos.

No había venido a Caldwell a morir. Había venido para ser rey.

—A pesar de todo fue un placer verte de nuevo, Torhment, hijo de Hhamn –anunció.

—¿Te despides tan pronto? —respondió el Hermano.

—¿Crees que voy a inclinarme ante ti?

—No, eso requeriría de clase.

Xcor sonrió fríamente, enseñando los colmillos mientras éstos se alargaban. Su carácter recibió un jaque mate por parte de su autocontrol –y el que él ya hubiese empezado a trabajar en la glymera…

—A diferencia de la Hermandad, nosotros los humildes soldados realmente trabajamos durante la noche. Así que en vez de besar el anillo de la anticuada tradición, vamos a buscar y a eliminar más enemigos.

—Sé por qué estás aquí, Xcor.

—¿Lo sabes? ¿Lees la mente?

—Vas a conseguir que te maten.

—En efecto. O quién sabe si tal vez será al revés.

Tohrment meneó la cabeza lentamente.

—Considera esto como una advertencia amistosa. Vete por donde has venido antes de caminar directamente hacia una muerte prematura.

—Me gusta donde estoy. El aire es fresco en este lado del océano. Por cierto, ¿cómo está tu shellan?

La fría oleada que se levantó era lo que quería: había oído enrevesados rumores sobre que la hembra Wellesandra había sido asesinada hacía un tiempo en la guerra y él era capaz de utilizar cualquier arma que tenía para deshacerse del enemigo.

Y el disparo fue bueno. Inmediatamente, los armarios roperos a cada lado del Hermano se adelantaron y lo sujetaron. Pero no habría pelea o discusión. No esta vez.

Xcor y Throe se desmaterializaron, dispersándose en la fría noche de primavera. No estaba preocupado por si le seguían. Ese par iba a asegurarse de que Tohr estuviese bien, lo que significaba que iban a disuadirlo de un impulso airado y no-pensado que podría posiblemente provocar una emboscada.

Ellos no tenían forma de saber que él no podría acceder al resto de sus tropas.

Throe y él recuperaron su forma en la parte superior del rascacielos más alto de la ciudad. Sus soldados y él siempre habían tenido un punto de encuentro para que la banda pudiese reunirse de vez en cuando durante la noche, y esta torre de la azotea no sólo era fácilmente visible desde todos los cuadrantes del campo de batalla; parecía acertada.

A Xcor le gustaba la vista desde lo alto.

—Necesitamos móviles –dijo Throe por encima del estruendo del viento.

—¿Los necesitamos?

—Ellos tienen.

—¿Te refieres al enemigo?

—Sí. Ambos —cuando Xcor no dijo nada, su mano derecha murmuró—: Ellos tienes formas de comunicación…

—Que nosotros no requerimos. Si te permites confiar en esas cosas, se convierten en un arma contra ti. Lo hemos hecho muy bien sin dicha tecnología desde hace siglos.

—Y ésta es una nueva era en un nuevo lugar. Las cosas son diferentes aquí.

Xcor miró por encima de su hombro, perdiendo la panorámica de la ciudad, para mirar a su segundo al mando. Throe, hijo de Throe, era un buen ejemplo de cuna, unos rasgos perfectos y un cuerpo magnífico que, gracias a las lecciones de Xcor, ahora ya no era meramente decorativo, sino también útil: lo cierto era que había crecido mucho durante los años, finalmente se había ganado el derecho de llamarse a sí mismo macho.

Xcor sonrió friamente.

—Si las tácticas y los métodos de los Hermanos son tan buenos, ¿por qué fue asaltada la Raza?

—Las cosas suceden.

—Y a veces son resultado de un error fatal —Xcor volvió a examinar la ciudad—. Podrías considerar la facilidad con que dicho error puede producirse.

—Sólo estoy diciendo…

—Éste es el problema con la glymera: siempre buscan el camino fácil. Pensé que había sacudido esa tendencia de ti hace años. ¿Necesitas que te lo refresque?

Cuando Throe cerró la jodida boca, Xcor sonrió más ampliamente.

Centrándose en la panorámica de Caldwell, supo que, aunque la noche fuese oscura, su futuro era realmente brillante.

Y lo pavimentaría con los cuerpos de la Hermandad.



CUATRO


—¿Dónde demonios encuentran todos estos reclutas?—preguntó Qhuinn mientras daba una vuelta alrededor del lugar de la lucha, sus botas chapoteando en la sangre negra.

John apenas le escuchaba, aunque sus orejas funcionaban perfectamente. Ahora que los bastardos se habían marchado, permaneció junto a Tohr. El Hermano parecía haberse recuperado del inesperado golpe en los huevos que Xcor le había dado, pero aún estaba muuuuuy lejos de superarlo.

Tohr limpió las dagas negras en sus pantalones. Inspiró hondo. Y pareció conseguir salir de su agujero negro interior particular.

—Ah… es lo único que tiene sentido en Manhattan. Necesitan una población numerosa, con un montón de mala hierba en la periferia.

—¿Quién cojones es el Forelesser?

—Una mierdecilla de nada. Al menos eso fue lo último que supe.

—Justo el estilo del Omega.

—Pero inteligente.

Justo cuando John iba a ponerle fin a toda la mierda de la-Cenicienta-convirtiéndose-en-calabaza, su cabeza giró por sí misma.

—Más —gruñó Tohr.

Seh, pero ése no era el problema.

La shellan de John había salido a luchar a los callejones.

Instantáneamente, su mente quedó en blanco; tiró de la cisterna de su váter personal. ¿Qué demonios estaba haciendo ella aquí fuera? Estaba fuera de rotación. Debería estar en casa…

Cuando la peste a restrictor vivo llegó a su nariz, una profunda convicción interior se enraizó en su pecho: ella no debería estar ahí fuera en absoluto.

—Necesito coger mi abrigo —dijo Tohr—. Quédate aquí e iré contigo.

Ni. De. Coña.

En el instante en que Tohr se materializó de vuelta al puente, John salió disparado, sus shitkickers golpeando el asfalto mientras Qhuinn gritaba algo que acababa con: "¡chupapollas!"

Lo que fuera, a diferencia de las salvajes, locas y maníacas distracciones de Tohr, esto era importante.

John atajó por un callejón, se precipitó por una calle, saltó a través de dos filas de coches aparcados, tomó un giro…

Y allí estaba ella, su compañera, su amante, su vida, enfrentándose a un cuarteto de restrictores frente a un albergue abandonado… flanqueada por un enorme, boca-suelta y traidor rubio.

Rhage no debería haberla reclutado jamás. John había pedido refuerzos… y seguro como la mierda que no se había referido a Xhex. Y además luego les había dicho que se quedaran en casa, a petición de Tohr. Qué coño estaban…

—¡Ey! —les gritó Rhage animadamente, como si los estuviera invitando a una fiesta—. Había pensado que podíamos tomar algo de aire hoy en el hermooooooso Caldwell.

Seguro. Este era de esos momentos cuando ser mudo era una mierda.

Puto gilipollas…

Xhex giró la cabeza para mirarle… y fue entonces cuando pasó. Uno de los restrictores empuñaba un cuchillo y el hijoputa tenía buen brazo y mejor puntería: la hoja voló por el aire.

Hasta que se detuvo… en el pecho de Xhex.

Por segunda vez esa noche, John gritó sin hace ruido alguno.

Mientras se lanzaba hacia adelante, Xhex encaró al asesino, una expresión de ira endureciendo sus facciones. Sin perder un momento, cogió la empuñadura y se arrancó el arma del cuerpo… Pero ¿cuánto duraría su fuerza? Esa había sido una herida directa…

¡Jesucristo! Ella iba a intentar ocuparse de aquel bastardo. Incluso herida, iba a ir a por él con garras y dientes… e iba a conseguir que la mataran en el proceso.

El pensamiento que se formó inmediatamente en la mente de John fue que no quería ser como Tohr. No quería pasar por ese infierno en la Tierra.

No quería perder a Xhex esta noche, ni la de mañana, ni ninguna otra. Jamás.

Abriendo la boca, rugió con todo el aire que le quedaba en los pulmones. No fue consciente de que se había desmaterializado, pero estuvo sobre ese restrictor tan rápido que volviéndose un fantasma y re-materializándose era la única explicación. Aferrando la garganta de la cosa, lo levantó y cayó a peso junto con él. Cuando golpearon el suelo, le dio un cabezazo, destrozándole la nariz y probablemente rompiéndole un pómulo o la cuenca de un ojo.

Y no iba a detenerse ahí.

Mientras la sangre negra lo salpicaba entero, desnudó sus colmillos y rasgó la carne de su enemigo mientras lo sujetaba. Su instinto destructivo tan afinado y enfocado que hubiera continuado hasta estar masticando pavimento, pero entonces su lado racional le dedico un eh-qué-pasa.

Necesitaba valorar las heridas de Xhex.

Sacando una daga, levantó el brazo en alto y clavó los ojos en el asesino. O en lo que quedaba del lesser.

John enterró la hoja tan profunda y fuertemente que, después del flash y el desvanecimiento explosivo, necesitó tirar con las dos manos y el cuerpo entero para sacar el arma del asfalto. Mirando alrededor, oró para ver a Xhex…

Ella estaba más que en pie. Estaba con otro lesser del cuarteto, a pesar de que había una creciente mancha de color rojo en la parte delantera de su pecho y su brazo derecho colgaba laxo.

John estaba a punto de perder la cabeza.

Saltando, interpuso el cuerpo entre su compañera y el enemigo y cuando la empujó fuera del camino, recibió lo que iba dirigido a ella: un fuerte golpe con un bate de béisbol que hizo sonar su campana de la iglesia y perder momentáneamente el equilibrio.

Exactamente el tipo de cosa que habría derribado a Xhex y habría puesto un “ocupado” en su tumba.

Con un movimiento rápido, reestableció su equilibrio e intentó por segunda vez mandarlo a casa.

Un rápido golpe hacia delante y golpeó al lesser en la cara con su propio bate Louisville Slugger, dándole al no-muerto un segundo de muestra de sonidos en su cabeza. Luego llegó el momento de dominación.

—¡Qué cojones! —grito Xhex mientras él forzaba al asesino contra el suelo.

No era un buen momento para comunicarse, teniendo en cuenta que sus manos estaban cerradas alrededor de la garganta del lesser. Por otra parte, eso no iba a ayudarles para que ella supiese lo que estaba en su mente.

Con una rápida puñalada, John envió al asesino de vuelta con el Omega y se levantó. Su ojo izquierdo, el que había recibido el golpe del bate, estaba empezando a hincharse y podía sentir el latido de su corazón en la cara. Mientras tanto, Xhex seguía sangrando.

—No vuelvas a hacer eso por mí otra vez —dijo ella entre dientes.

Él quiso apuntarle con el dedo, pero si lo hacía, no podría hablar.

¡Pues no vuelvas a luchar cuando estés heridamente-herida!

Cristo, ni siquiera podía comunicarse, sus dedos se le enredaban entre las palabras.

—¡Estaba muy bien!

Estabas sangrando jodidamente…

—Es una herida superficial…

¡Entonces por qué no podías levantar el brazo!

Se acercaban el uno al otro, y no en el buen sentido, con las mandíbulas alzadas y los cuerpos encorvados agresivamente. Y cuando ella no le replicó, supo que había dado en el blanco –supo, también, que ella estaba sufriendo.

—Me cuido a mí misma, John Matthew —escupió—. No te necesito mirando sobre mi hombro porque sea una hembra.

Hubiese hecho lo mismo con uno de los Hermanos. Bueno, más o menos. Así que no empujes esa mierda feminista contra mí...

—¡¿Mierda feminista?!

Tú eres la única que está convirtiendo esto en algo acerca de tu sexo, no yo.

Sus ojos se estrecharon.

—Oh, por favor. Curiosamente, no estoy convencida. Si crees que mi posición es una maldita declaración política, te emparejaste con la maldita hembra equivocada.

¡No tiene nada que ver con que seas hembra!

—¡Una mierda que no!

Con esto último, ella inhaló profundamente, como si quisiera recordarle que su esencia de vinculación era tan fuerte que incluso eliminaba el hedor de toda la sangre de lesser que salpicaba su alrededor.

John enseñó los colmillos y movió las manos.

Tiene que ver con tu estupidez creando un lastre en el campo de batalla. 

Xhex abrió la boca… pero, en vez de contrarrestar, lo miró.

De repente, cruzó el brazo sano sobre el pecho y se centró en su hombro izquierdo, moviendo lentamente la cabeza hacia atrás y hacia delante.

Como si ella no lamentase sólo lo que había pasado hacía un momento, sino haberle conocido a él en primer lugar.

John maldijo y se fue a pasear por ahí, sólo para descubrir que los demás en el callejón –y esos eran Tohr, Qhuinn, Rhage, Blaylock, Zsadist y Phury– habían estado viendo el show. Y mira por donde, que cada uno de los machos tenía una expresión que sugería que estaba realmente, verdaderamente, completamente y totalmente contento de que la última réplica de John no hubiera salido de su bocaza.

¿Os importa?, gesticuló con una mirada feroz.

En ese momento, el grupo comenzó a caminar alrededor, mirando hacia el cielo oscuro, hacia el pavimento, a través de las paredes de ladrillo del callejón. Murmullos masculinos flotaron sobre la brisa maloliente, como si estuvieran teniendo una convención de críticos de cine discutiendo sobre la última película que acababan de ver.

A él no le importaba lo que opinasen.

Y en ese momento de ira, tampoco le importaba lo que opinase Xhex.


De vuelta a la mansión de la Hermandad, No’One tenía el vestido de emparejamiento de su hija en los brazos… y un doggen se plantó delante de ella, impidiendo su búsqueda de la lavandería del segundo piso. En la guardilla era bienvenida; en la lavanderí, no.

—No —dijo nuevamente—. Me encargaré de ello.

—Señora, por favor, es una cosa sencilla para…

—Entonces, dejar que me encargue del vestido no será un problema para usted.

El doggen bajó el rostro en este momento, lo que era un milagro que él no tuviese que mirar hacia arriba para encontrarse con sus ojos.

—Quizá… me limitaré a comprobar que el Perlmutter superior…

—Y quizá debería decirle lo útil que será al mostrarme los suministros de limpieza… y lo mucho que apreciaré su excelente servicio.

A pesar de que la capucha estaba levantada y cubría su rostro, eldoggen parecía evaluar su intención con suficiente claridad: ella no iba a moverse. Ni por este miembro del personal ni por cualquier otro. Su única opción era echársela sobre el hombro y llevársela –y eso nunca sucedería.

—Yo estoy…

—A punto de apartarse, ¿no es así?

—Y… sí, señora.

Ella inclinó la cabeza.

—Gracias.

—¿Podría tomar el…?

—¿Camino? Sí, por favor. Gracias.

Él no iba a llevar el vestido por ella. Ni iba a limpiarlo. O colgarlo. O devolvérselo.

Esto era entre su hija y ella.

Con el abatimiento digno de un náufrago, el sirviente se volvió y comenzó a caminar, avanzando por el largo pasillo que estaba lleno de hermosas estatuas de mármol de hombres en diferentes posturas. Luego, atravesó un par de puertas al final a la izquierda y cruzó otro conjunto de puertas.

En este punto, todo cambió. La alfombra en el piso de madera ya no era una Oriental, sino una simple y bien-aspirada de color crema. No había nada de arte en las prístinas paredes de color crema y los cristales no estaban cubiertos con grandes franjas de color con flecos y borlas, sino con unas de algodón del mismo color pálido.

Habían entrado en la parte del servicio de la mansión.

La yuxtaposición había sido la misma en la mansión de su padre: una calidad para la familia. Otra calidad para el personal.

O por lo menos había oído que era así. Ella nunca había ido a la parte de atrás de la casa cuando había vivido allí.

—Esto debería ser… —el doggen abrió el par de puertas—, todo lo que usted busca.

La habitación era del tamaño de la suite que había tenido en la propiedad de su padre, grande y espaciosa. Salvo que no había ventanas. Ni una cama grande con un set de muebles hechos a mano. Ni alfombras de encaje de aguja en tonos melocotones, amarillos y rojos. Ni armarios llenos de la moda de París ni joyas en los cajones ni cintas para el pelo en las cestas.

Aquí era donde pertenecía ahora. Especialmente cuando el doggen le describió los diversos artefactos blancos como lavadoras, secadoras y, a continuación, le detalló el funcionamiento del planchado y la plancha.

Sí, los cuartos del servicio en lugar de las habitaciones para invitados eran su hogar y así había sido siempre desde que ella… se encontró en un lugar diferente.

De hecho, si pudiera convencer a alguien, a cualquiera, de que le dejara tener una habitación en esta parte de la mansión, lo preferiría. Por desgracia, sin embargo, como madre de la shellan de uno de los guerreros principales de la casa, se le concedía un privilegio que no merecía.

El doggen empezó a abrir armarios y aparadores, mostrando toda una serie de artículos y mezclas que eran descritos de diversas maneras como abrillantadores y quitamanchas y planchadores…

Cuando se completó el tour, ella se acercó y levantó con torpeza su pie bueno para enganchar la parte de arriba de la percha a un colgador.

—¿Hay alguna macha de la que tenga conocimiento? —preguntó el doggen cuando ella apartó la funda que cubría el vestido.

No’One procedió a revisar cada centímetro cuadrado de la parte inferior, el corpiño y las mangas.

—Esto es lo único que puedo ver —se agachó con cuidado para no poner mucho peso sobre su pierna débil—. Aquí, donde el borde toca el suelo.

El doggen hizo lo mismo e inspeccionó el leve oscurecimiento de la tela, sus pálidas manos seguras, su ceño fruncido por la concentración en vez de por la confusión.

—Sí, creo que un lavado a mano.

La llevó al otro lado de la habitación y le describió un proceso que le iba a llevar fácilmente unas horas. Perfecto. Y antes de que ella permitiese que se marchara, le instó a quedarse a su lado durante el primer par de tratamientos. Como esto le hizo sentir útil, jugó a favor de los dos.

—Creo que estoy lista para continuar por mi cuenta —dijo ella finalmente.

—Muy bien señora —él hizo una reverencia y sonrió—. Iré abajo e intentaré preparar la Última Comida. Si necesita algo, por favor, llámeme.

De lo que había aprendido desde su llegada, eso requeriría un telefono…

—Aquí —dijo—. Pulse “asterisco” y “uno” y pregunta por mí, Greenly.

—Ha sido de gran ayuda.

Le echó una rápida mirada, no quería verlo inclinarse ante ella. Y no respiró profundamente hasta que la puerta se cerró detrás de él.

Sola ahora, se puso las manos en las caderas y las dejó ahí un momento, la presión en el pecho le hacía difícil llenar sus pulmones.

Cuando llegó aquí, había esperado luchar… y lo había hecho, sólo que no contra las cosas que había previsto.

No había considerado lo difícil que sería vivir en una casa aristocrática. La casa de la Primera Familia, de hecho. Al menos cuando había estado con las Elegidas, había tenido otros ritmos y reglas, sin nadie por debajo de ella. ¿Aquí? Las personas de noble posición sobre ella le cortaba el oxigeno la mayor parte del tiempo.

Queridísima Virgen Escribana, quizá ella debería haberle preguntado al sirviente para quedarse. Por lo menos la innata necesidad de compostura le había dado un golpe en las costillas. Sin nadie de quien esconderse, sin embargo, luchó por recuperar el aliento.

Iba a tener que bajarse el manto.

Cojeando hacia la puerta, fue a cerrarla, pero no encontró ningún pestillo. No era lo que esperaba.

Abriendo un poco la puerta, sacó la cabeza y comprobó el largo pasillo.

Todos los criados debían de estar en la planta baja preparando la comida para la gente de la casa. Aún más significativo, no había manera de que alguien, a parte de los doggens, estuviesen en esta parte de la mansión.

Ella estaba a salvo de otros ojos.

Volviendo dentro de nuevo, aflojó la cinta que le rodeaba la cintura, se quitó la capucha de la cabeza y luego se despojó del peso que llevaba siempre que estaba en público. Ah, glorioso alivio. Levantando los brazos, estiró los hombros y la espalda. Luego movió el cuello de un lado a otro. Su última atención fue para levantar la pesada trenza de sus cabellos y ponerla sobre el hombro para aliviar un poco el tirón en la nuca.

Salvo por la primera noche que había llegado a la casa y se había enfrentado con su hija –así como con el Hermano que había tratado de salvar su vida hacía mucho tiempo–, nadie había visto sus rasgos. Y nadie lo haría de ahora en adelante. Desde esa breve revelación, ella había permanecido cubierta e iba a permanecer de esa manera.

El comprobante de identidad había sido un mal necesario.

Como siempre, llevaba debajo de su túnica una simple camisola de hilo que ella misma se había hecho. Tenía varias y, cuando se desgastaban demasiado, las reciclaba como toallas y se secaba con ellas. No estaba segura de dónde iba a encontrar la tela para reemplazarlas aquí, pero eso no sería un problema. Con el fin de recuperarse para no tener que alimentarse, iba regularmente al Otro Lado, así que podría conseguir lo que necesitaba entonces.

Gracias a Daggher

28 abril 2012

Segunda Temporada de "Juego de Tronos"

¡¡Por fin está aquí!!


La tan esperada segunda temporada de Juego de Tronos se estrenó el pasado lunes.

Personalmente, me quedé muy intrigada con la serie (no me he leído los libros) y esperaba con ansias que empezara la segunda temporada.

Aquí os dejo el primer capítulo y un tráiler de la temporada.

¡¡Espero que os guste!!





PD: El tráiler se oye un poco bajo, subid el volumen de los altavoces.

Gracias a sudokun en PDD 

"The Vampire Diaries" 3ª Temporada Cáp. 11

El pasado jueves hicieron el capítulo 11 de Vampire Diaries (Crónicas Vampíricas).

Yo no se vosotros/as pero yo esta serie la veo cada vez más enredada, ¿sentirá algo Caroline por Klaus después de este capítulo? ¿Quién es esta Meredith? Porqué no se parece en nada a la del libro.

Miradlo y me decís.

¡¡Espero que os guste!!






PD: También podéis descargar los capítulos anteriores en este link.

Gracias a jose 1912 en PDD.

El Descendiente de la Oscuridad - Nancy Kilpatrick


Carol, presa de una fuerte depresión, abandona Filadelfia y emprende un viaje por Francia que la lleva hasta Burdeos. Es allí donde su vida se cruza con la de André, un vampiro que se obsesiona con el bello cuerpo de la joven. Para salvar su vida, Carol le propone un trato: será su esclava durante dos semanas si él acepta no beber su sangre. Pronto se da cuenta de que ha cometido un error, ya que el apetito por la violencia y el sexo de André es aún mayor que su sed de sangre. Cuando al fin cesa su cautiverio, la joven trata de encontrarle, pues tiene una nueva razón para vivir: ese niño del que André ha tratado de borrarle hasta el recuerdo.

Ahora está irremisiblemente ligada al Poder de la Sangre.
Esta historia cala en los huesos del lector, demostrando que el amor se manifiesta de muchas formas, y demuestra el significado de la frase "Si no te ama como tu quieres, no significa que no te ame con todo su ser".
Me impresionó de verdad.
¡¡Espero que os guste!! 

Perdición - Celeste Bradley


Cuando Izzy se fue a la cama aquella noche nunca imaginó que al despertar su honor habría quedado mancillado. Unas cálidas manos acariciaban su piel y una tosca tez sin afeitar se apretaba contra su mejilla.
       Aquello parecía un sueño maravilloso, pero no lo era. Lord Eppingham Julian Rowley había sido descubierto en su cama, y ella había afirmado que era su amante. ¿Por qué lo había encubierto Izzy? Su intención no era la de cazar al guapo libertino, aunque sin duda hubiera deseado perderse en las profundidades doradas de sus ojos. Su reacción no se debía más que a una extraña sensación que había notado en sus caricias y en sus besos. Un impulso irracional la había impelido a proteger a Julian y a una hermosa dama, y si salvar a ambos de la ruina significaba la deshonra para ella, que así fuera.

Este es un libro que he leído más de una vez, su protagonista es una de mis favoritas.

¡¡Espero que os guste!!

27 abril 2012

Tráiler de la película "Los Vengadores"

¡¡Hola a todos/as!!!

Hoy estrenan en los cines la película de "Los Vengadores" y me muero de ganas por ir a verla.
Personalmente me encanta el personaje de Toni Stark (Iron Man), interpretado por Robert Downey Jr, ya que es un personaje que encuentro muy interesante y me hace reír.

El resto del elenco también son caras conocidas como: Samuel L, Jackson (Nick Fury director de SHIELD), Chris Hemsworth (Thor), Scarlett Johansson (Viuda negra), Chris Evans (Capitán América), Mark Ruffalo (Hulk), Gwyneth Paltrow (Pepper Potts) y Jeremy Renner (Ojo de Halcón).

En esta película se reúnen los más espectaculares superhéroes de Marvel ante un enemigo que amenaza con poner en peligro la seguridad mundial. Por lo que se prevé que sea una película llena de acción que no dejará indiferente a nadie.

Ya os contaré si me ha gustado, hasta entonces os dejo con mi tráiler favorito sobre la película.

¡¡Besos!!

PD: Me encanta la parte final:
Loki: Yo tengo un ejercito.
Toni Stark: Y nosotros un Hulk.
(je, je, je)

Timeless - Alexandra Monir


Cuando la tragedia golpea el mundo de Michele Windsor, está se ve forzada a dejar su vida atrás y viajar al otro lado del país, para vivir en Nueva York con los abuelos ricos y aristocráticos que nunca había conocido. En su antigua mansión de la Quinta Avenida llena de un siglo de secretos de familia, Michele descubre un diario que la lleva de vuelta al año 1910. Allí, en medio de la glamurosa Edad de Oro, Michele conoce a un joven con unos asombrosos ojos azules que la ha perseguido en sueños toda su vida: un hombre que siempre había deseado que fuera real, pero que nunca imaginó que existiera. Poco a poco se va enamorando de él, en un romance de otro mundo, a través del tiempo.


Michele se encuentra llevando una doble vida, luchando para combinar su mundo en un instituto contemporáneo con escapadas al pasado. Pero cuando se topa con un descubrimiento terrible, se ve arrastrada a una carrera a través de la historia para salvar al chico que ama, una hazaña que determinará el destino de la vida de ambos.


Este libro me gustó mucho, este año saldrá la segunda parte titulado "Timekeeper", pero habrá que esperar hasta diciembre para poder leerlo. 


Esta es la portada:


¡¡Espero que os guste!!

Gracias a Silver Butterfly

Serie En el Amor y en la Guerra - Maya Banks.



1. Traiciones Pasadas.


¡Tenía un heredero!

Marley Jameson, la antigua amante del magnate hotelero Chrysander Anetakis, estaba embarazada y tenía amnesia. Eso significaba que no recordaba haberlo traicionado vendiendo secretos de la compañía. Ni que él la hubiera echado de su vida sin contemplaciones. De modo que Chrysander le contó un pequeña mentira: estaban prometidos.

El objetivo era llevársela a una isla griega para esperar el nacimiento de su hijo y disfrutar de su repentina devoción....antes de echarla de su casa.

Pero no contaba con que Marley recuperase la memoria antes de los esperado....



2. Arrástrame al Paraíso.


El magnate Theron Anetakis sólo tenía un problema,,, y acababa de entrar en su despacho.

Después de ocupar su puesto en las oficinas de Nueva York. Theron pretendía casarse y formar una familia para consolidar su futuro, pero no se esperaba aquello.

La pequeña Isabella Caplan se había convertido en una voluptuosa joven con planes propios, y esos planes no incluían dejar que el administrador de la fortuna de su padre la casara con otro hombre.


Llevaba muchos años loca por Theron y había llegado el momento de seducir al ardiente magnate hotelero.

3. Aventura Secreta


Embarazada del magnate.

Tras una increíble noche de pasión, Jewel Henley descubrió que el exótico extranjero que la había vuelto loca era su nuevo jefe, Piers Anetakis. Y antes de poder ofrecerle una explicación, se encontró sin trabajo… y embarazada.

Cinco meses después, Piers al fin dio con ella. Decidido a explicarle los errores cometidos, se encontró con una innegable evidencia: Jewel estaba embarazada de su hijo. Su honor griego le exigía pedirle matrimonio pero, ¿había entre ellos algo más que lujuria? ¿Bastaría para que su matrimonio de conveniencia durase?


Esta serie nos cuenta la historia de los hermanos Anetakis, empresarios hoteleros. 

¡Espero que os guste!

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