Como todas las semanas, aquí está un nuevo capítulo de "Amante Renacido".
En este capítulo seguimos introduciéndonos en la relación entre Tohr y No'One, aunque por ahora pinta mal.
Como siempre, perdón por los posibles fallos en la traducción.
¡¡Espero que os guste!!
ONCE
Cuando No’One vio marchar al
curandero, se encontró queriendo dar un paso atrás para alejarse de Tohrment.
Parecía como si, en ausencia de alguien más, de repente lo sintiera más cerca.
Y mucho, mucho más grande.
En el silencio que siguió, tuvo la
sensación de que alguno de los dos debería decir algo, pero su mente estaba
nublada. Avergonzada no intentó romper el silencio, aunque tenía la impresión
de que si pudiera explicarse, quién sabe si podría hacer que la sensación
desapareciera.
Mientras tanto, él mostraba
demasiado de su forma física para su comodidad. Era tan alto – centímetros y
centímetros, unos treinta centímetros más alto que ella. Y su cuerpo no era
larguirucho como el de ella: A pesar de que estaba más delgado de como lo
recordaba y era mucho más ligero que sus Hermanos, aun así era más amplio y
musculoso de lo que cualquier macho de la glymera pudiera llegar a ser jamás…
¿Dónde estaba su lengua? Pensaba
ella.
Y aún mientras se preguntaba esto,
todo lo que podía hacer era medir el ancho brutal de sus hombros, los contornos
masivos de su fuerte pecho y esos largos músculos brutales que eran sus brazos.
No obstante, no era porque lo considerara atractivo. De repente se asustó de
todo ese poder físico…
Tohrment fue el único que dio un
paso atrás, su rostro mostraba disgusto. – No me mires así.
Espabilándose a sí misma, recordó
que éste era el macho que había conseguido rescatarla. No alguien que le fuera
hacer daño. O lo haría. – Lo siento…
– Pon atención, que quiero dejar
esto claro. No me interesas para nada. No sé a qué tipo de juego estás jugando…
– ¿Juego?
Su poderoso brazo salió disparado
cuando señaló la piscina. – Estabas esperando a que bajara aquí…
No’One retrocedió. – ¿Qué? No te estaba
esperando ni a ti ni a nadie…
– Gilipolleces…
– Primero comprobé los alrededores
para asegurarme de que estaba sola…
– Estabas desnuda, flotando ahí como
si fueras una puta…
– ¿Puta?
Sus gritos rebotaban a su alrededor
como balas, cruzando sus trayectorias mientras se interrumpían el uno al otro.
Tohrment inclinó su torso hacia
adelante. – ¿Por qué viniste aquí?
– Trabajo como lavandera…
– No al centro de entrenamiento… ¡a
este maldito recinto!
– Quería ver a mi hija…
– Entonces, ¿por qué no pasas algún
tiempo con ella?
– ¡Está recién apareada! He
intentado estar disponible…
– Sí, lo sé. Pero no para ella…
El menosprecio en esa profunda voz
le hizo querer retroceder, pero sus injustas palabras le dieron fuerzas. – No
había manera de que supiera que ibas a entrar. Pensaba que todos se habían ido
para el resto la noche…
Tohrment redujo la distancia entre
ellos. – Voy a decir esto solo una vez. Aquí no hay nada para ti. Los machos
apareados en esta casa están vinculados a sus shellans, Qhuinn no está
interesado en el tema y yo tampoco. Si has venido en busca de un hellren o un
amante, no estás de suerte…
– ¡No quiero machos! – Sus gritos lo
callaron, pero eso no era suficiente. –
Voy a decir esto solo una vez…me suicidaría antes de aceptar a otro macho
dentro de mi cuerpo. Sé por qué me odias, y respeto tus razones, pero no quiero
hacer nada contigo ni con cualquier otro de tu tipo. Jamás.
– Entonces deberías empezar por
intentar mantener la maldita ropa puesta.
Lo habría abofeteado si pudiera
llegar tan alto. Hasta empezó a hormiguearle la palma de la mano.
Pero no valía la pena que saltara
para limpiar la terrible expresión de su cara empleando la fuerza. Levantó la
barbilla, diciendo con tanta dignidad como pudo, – En el caso de que te hayas
olvidado de lo que me hizo el último macho, te puedo asegurar que yo no. Si
eliges creerme o prefieres seguir con tu descabellada idea, no es cosa mía… ni
me importa.
Cuando pasó a su lado cojeando,
deseó por una vez que su pierna fuera la de antes: El orgullo era mucho más evidente
si durante la salida se mantenía el equilibrio.
En el momento en el que llegó a la
antesala, volvió a mirarlo. Él no se había dado la vuelta, por lo que su mirada
se dirigió a sus hombros… y al nombre de su shellan, que estaba tallado en su
amplia piel. – Nunca volveré a acercarme a esa piscina. Ni vestida ni desnuda.
Mientras se tambaleaba caminando
hacia la puerta, temblaba de pies a cabeza, y no fue hasta que sintió el golpe
frío del aire en el pasillo que se dio cuenta de que había olvidado el cubo de
basura con ruedas, la escoba y su fino forro en la sala de la piscina.
No iba a volver a por ellos, eso
estaba claro.
Una vez en la lavandería, se encerró
dentro y se apoyó contra las puertas.
De repente, sentía que se ahogaba, y
se arrancó la capucha de la cabeza. De hecho, su cuerpo estaba caliente y no
era por la gruesa túnica que llevaba. Un calor interior había echado raíces y
usaba su tripa para encenderse, el humo caliente de ese fuego llenaba sus
pulmones, dejándola sin oxígeno.
Era imposible conciliar al macho que
había conocido en el Viejo Continente con el que veía ahora. El primero había
sido torpe pero nunca, jamás, irrespetuoso, un tipo de alma gentil que de
alguna manera destacaba por sus esfuerzos brutales en la batalla – mientras
mantenía su compasión.
Este doble suyo actual no era más
que una cáscara amarga.
¿Y pensar que había asumido que el
hecho de preparar ese vestido sería de alguna ayuda?
Hubiera tenido mejor suerte
intentando mover la mansión con su mente.
***
Tras la furiosa salida de No’One,
Tohr decidió que, dejando aparte el hecho de que John Matthew aún no había
conseguido cortarse en la mano y en el pie esta noche, parecía que Tohr y el
chico tenían mucho en común: Por cortesía de sus temperamentos, ambos iban
vestidos con el traje del Capitán Idiota – que incluía, sin coste adicional, la
capa de la deshonra, los botines de la vergüenza y las llaves de la Jodidoneta
móvil.
Cristo, ¿qué había salido de su
boca?
En el caso de que te hayas olvidado de lo que me hizo el último macho, te
puedo asegurarte que yo no.
Con un gruñido, se pellizcó el
puente de la nariz. ¿Por qué demonios había llegado a creer, ni por un segundo,
que esa hembra tendría algún interés sexual en un hombre?
– Porqué asumiste que se sentía
atraída por ti y te asustaste.
Tohr cerró los ojos. – Lassiter,
ahora no.
Naturalmente, el ángel caído no hizo
caso a la verbal Cinta Policial de – NO PASAR. El idiota rubio y moreno se
acercó y se sentó en uno de los bancos, poniendo los codos sobre las rodillas
de sus pantalones de cuero, sus extraños ojos blancos fijos y solemnes.
– Es hora de que tú y yo tengamos
una pequeña charla.
– ¿Sobre mis habilidades sociales? –
Tohr sacudió la cabeza. – No te ofendas, pero prefiero seguir el consejo de
Rhage… y con eso ya lo digo todo.
– Alguna vez as oído hablar del En
Medio.
Tohr se giró torpemente ayudándose
de su pie bueno. – No estoy interesado en una clase de fracciones. Gracias.
– Es un lugar muy real.
– Al igual que Cleveland, Detroit o
El hermoso centro de Burbahk. – Había sido un burlón en los sesenta. Así que
podía demandarlo. – Pero tampoco necesito conocerlos.
– Es donde está Wellsie.
El corazón de Tohr se detuvo en su
pecho. – ¿De qué demonios estás hablando?
– Ella no está en el Fade.
Muy bien. De acuerdo. Probablemente
debería seguir con algo como, “¿De qué coño estás hablando?” En cambio, todo lo
que podía hacer era mirar al tío.
– Ella no está donde crees, –
murmuró el ángel.
A pesar de su boca seca, se las
arregló para decir, - ¿Estás diciendo que está en el infierno? Porque esa es la
única otra opción.
– No, no lo es.
Tohr respiró hondo. – Mi shellan era
una hembra de valía, y está en el Fade… no hay ninguna razón para creer que
estaría en el Dhund. En cuanto a mí, ya me he abalanzado sobre las gargantas de
suficientes personas por una noche. Así que voy a salir por esa puerta de ahí –
señaló en la dirección de la antesala solo por ser educado – y vas a dejar que
me vaya. Porque no estoy de humor para esto.
Se dio la vuelta y empezó a cojear,
usando la muleta que No’One le había traído.
– Te muestras bastante jodidamente
seguro para ser alguien que no sabe una mierda.
Tohr se detuvo. Volvió a cerrar los
ojos. Enviando una oración para sentir una emoción, cualquier emoción, que no
fuera el impulso de matar.
No hubo suerte.
Miró hacia atrás por encima del
hombro. – Eres un ángel, verdad. Así que se supone que debes ser compasivo.
Acabo de acusar a una hembra que fue violada hasta quedarse embarazada de ser
una puta. ¿De verdad piensas que puedo manejar cualquier información relacionada
con mi shellan en este momento?
– Hay tres lugares en el más allá.
El Fade, donde los seres queridos se reúnen. El Dhund, donde van los injustos.
Y el En Medio.
– ¿Has oído lo que acabo de decir?
–… qué es donde van las almas que se
quedan atascadas. No es como los otros dos…
– ¿Te importa?
–… porque el En Medio es diferente
para cada persona. En este momento, tu shellan y tu niño están atrapados por tu
culpa. Por eso he venido… estoy aquí para ayudarte, para ayudarlos a llegar a
donde pertenecen.
Tío, este era un buen momento para
tener un pie jodido, pensó Tohr, porque de repente no tenía ningún sentido del
equilibrio. O eso, o el centro de formación estaba empezando a girar sobre el eje de la casa.
– No lo entiendo, – susurró.
– Tienes que seguir adelante, mi
hombre. Deja de aferrarte a ella para que pueda ir…
– El purgatorio no existe, si eso es
lo que estás sugiriendo…
– ¿De donde coño crees que vengo?
Tohr enarcó una ceja. - ¿De verdad
quieres que te responda a eso?
– No es gracioso. Y lo digo en serio.
– No, estás mintiendo…
– ¿Alguna vez te has preguntado cómo
fue que te encontré en ese bosque? ¿Por qué sigo aquí? ¿Te as preguntado en
algún momento porqué estoy perdiendo el tiempo contigo? Tu shellan y tu hijo
están atrapados y me han enviado aquí para obtener su liberación.
– ¿Hijo? – dijo Tohr en voz baja.
– Si, ella llevaba en brazos a un
niño pequeño.
Las piernas de Tohr perdieron el
equilibrio en ese momento – afortunadamente, el ángel saltó hacia adelante y lo
atrapó antes de que se rompiera algo.
– Ven aquí. – Lassiter lo guio sobre
el banco. – Aparca aquí y pon la cabeza entre las rodillas… el color de tu cara
se ha ido al infierno.
Por una vez, Tohr no presentó
batalla; dejó caer su culo y permitió que el ángel lo inclinara. Cuando abrió
la boca para intentar respirar, se dio cuenta que sin razón aparente las
baldosas del suelo no eran de un sólido azul agua, sino que tenían manchas
multicolores blancas, grises y azul marino.
Cuando una gran mano empezó a
hacerle círculos en la espalda, sintió una extraña sensación de consuelo.
– Un hijo… - Tohr levantó un poco la
cabeza y se restregó la cara con la mano. – Yo quería un hijo.
– Y ella te lo otorgó.
Miró hacia arriba bruscamente. –
Nunca me lo dijo.
– Guardó silencio porque no quería
que se te hinchara aún más el pecho por el hecho de que habrían dos hombres en
la casa.
Tohr se echó a reír. O tal vez fue
un sollozo. – Típico de ella.
– Sí.
– Así que la has visto.
– Sí. No está pasándolo bien, Tohr.
De repente, sintió como… - Me estoy
mareando. – Lo que era mejor que llorar. - ¿El purgatorio?
– El En Medio. Y hay algo que nadie
sabe sobre él. Si consigues escapar, entras en el Fade – o el Dhund, y tu experiencia de donde has estado se olvida,
un mal recuerdo que acaba desvaneciéndose. Pero si la ventana se cierra, acabas
atrapado allí para siempre, y no es un lugar al que irías a hacer un reportaje
por su bello paisaje.
– No lo entiendo… ella vivió una
buena vida. Era una hembra de valía a la que le arrebataron la vida antes de
hora. ¿Por qué no iba a entrar en el Fade?
– ¿No has escuchado lo que he dicho?
Por tu culpa.
– ¿Por mi culpa? – Levantó las
manos. - ¿Qué demonios he hecho mal? Estoy viviendo y respirando…no me he
suicidado ni me voy a…
– No la has dejado ir. No lo
niegues. Vamos, mira lo que acabas de hacerle a No’One. Entras, la ves desnuda
y, sin ninguna razón, le arrancas la cabeza porque piensas que se te está
insinuando y eso es algo que te hace sentir preocupado y confundido.
– ¿Y por alguna razón está mal que
no quiera que me coman con los ojos? – Tohr frunció el ceño. – Además, ¿Cómo
diablos sabes lo que pasó?
– Honestamente ya no crees estar
nunca solo, ¿no? Y el problema no es No’One. Eres tu… eres tu el que no quiere
sentirse atraído por ella.
– No me sentía atraído por ella. Yo
no.
– Pero no pasaría nada si lo
estuvieras. Ese es el punto…
Tohr se le acercó, agarró la parte
delantera de la camiseta del ángel y tiró de él, juntando sus cabezas. – Tengo
dos cosas que decirte. No creo nada de lo que me estás diciendo y si sabes lo
que es bueno para ti, deberías cerrar el pico en lo que se refiere a mi
compañera.
Cuando Tohr lo empujó liberándolo y
se levantó, Lassiter maldijo. – No tienes mucho tiempo para esto, amigo.
– Mantén el infierno fuera de mi
habitación.
– ¿Estás dispuesto a jugar con su
eternidad solo porque estás furioso? ¿De verdad eres tan arrogante?
Tohr miró por encima de su hombro… pero el
hijo de puta se había ido: No había nada más que aire en el banco donde estaba
el ángel. Y era difícil discutir con eso.
– Lo que tú digas. Maldito tarado.
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