11 junio 2012

Capítulo Once de "Amante Renacido" (Lover Reborn) - J. R. Ward

¡¡Hola chicos y chicas!!

Como todas las semanas, aquí está un nuevo capítulo de "Amante Renacido".

En este capítulo seguimos introduciéndonos en la relación entre Tohr y No'One, aunque por ahora pinta mal.

Como siempre, perdón por los posibles fallos en la traducción.

¡¡Espero que os guste!!







ONCE


Cuando No’One vio marchar al curandero, se encontró queriendo dar un paso atrás para alejarse de Tohrment. Parecía como si, en ausencia de alguien más, de repente lo sintiera más cerca. Y mucho, mucho más grande.

En el silencio que siguió, tuvo la sensación de que alguno de los dos debería decir algo, pero su mente estaba nublada. Avergonzada no intentó romper el silencio, aunque tenía la impresión de que si pudiera explicarse, quién sabe si podría hacer que la sensación desapareciera.

Mientras tanto, él mostraba demasiado de su forma física para su comodidad. Era tan alto – centímetros y centímetros, unos treinta centímetros más alto que ella. Y su cuerpo no era larguirucho como el de ella: A pesar de que estaba más delgado de como lo recordaba y era mucho más ligero que sus Hermanos, aun así era más amplio y musculoso de lo que cualquier macho de la glymera pudiera llegar a ser jamás…

¿Dónde estaba su lengua? Pensaba ella.

Y aún mientras se preguntaba esto, todo lo que podía hacer era medir el ancho brutal de sus hombros, los contornos masivos de su fuerte pecho y esos largos músculos brutales que eran sus brazos. No obstante, no era porque lo considerara atractivo. De repente se asustó de todo ese poder físico…

Tohrment fue el único que dio un paso atrás, su rostro mostraba disgusto. – No me mires así.

Espabilándose a sí misma, recordó que éste era el macho que había conseguido rescatarla. No alguien que le fuera hacer daño. O lo haría. – Lo siento…

– Pon atención, que quiero dejar esto claro. No me interesas para nada. No sé a qué tipo de juego estás jugando…

– ¿Juego?

Su poderoso brazo salió disparado cuando señaló la piscina. – Estabas esperando a que bajara aquí…

No’One retrocedió. – ¿Qué? No te estaba esperando ni  a ti ni a nadie…

– Gilipolleces…

– Primero comprobé los alrededores para asegurarme de que estaba sola…

– Estabas desnuda, flotando ahí como si fueras una puta…

– ¿Puta?

Sus gritos rebotaban a su alrededor como balas, cruzando sus trayectorias mientras se interrumpían el uno al otro.

Tohrment inclinó su torso hacia adelante. – ¿Por qué viniste aquí?

– Trabajo como lavandera…

– No al centro de entrenamiento… ¡a este maldito recinto!

– Quería ver a mi hija…

– Entonces, ¿por qué no pasas algún tiempo con ella?

– ¡Está recién apareada! He intentado estar disponible…

– Sí, lo sé. Pero no para ella…

El menosprecio en esa profunda voz le hizo querer retroceder, pero sus injustas palabras le dieron fuerzas. – No había manera de que supiera que ibas a entrar. Pensaba que todos se habían ido para el resto la noche…

Tohrment redujo la distancia entre ellos. – Voy a decir esto solo una vez. Aquí no hay nada para ti. Los machos apareados en esta casa están vinculados a sus shellans, Qhuinn no está interesado en el tema y yo tampoco. Si has venido en busca de un hellren o un amante, no estás de suerte…

– ¡No quiero machos! – Sus gritos lo callaron, pero eso no era suficiente.  – Voy a decir esto solo una vez…me suicidaría antes de aceptar a otro macho dentro de mi cuerpo. Sé por qué me odias, y respeto tus razones, pero no quiero hacer nada contigo ni con cualquier otro de tu tipo. Jamás.

– Entonces deberías empezar por intentar mantener la maldita ropa puesta.

Lo habría abofeteado si pudiera llegar tan alto. Hasta empezó a hormiguearle la palma de la mano.

Pero no valía la pena que saltara para limpiar la terrible expresión de su cara empleando la fuerza. Levantó la barbilla, diciendo con tanta dignidad como pudo, – En el caso de que te hayas olvidado de lo que me hizo el último macho, te puedo asegurar que yo no. Si eliges creerme o prefieres seguir con tu descabellada idea, no es cosa mía… ni me importa.

Cuando pasó a su lado cojeando, deseó por una vez que su pierna fuera la de antes: El orgullo era mucho más evidente si durante la salida se mantenía el equilibrio.

En el momento en el que llegó a la antesala, volvió a mirarlo. Él no se había dado la vuelta, por lo que su mirada se dirigió a sus hombros… y al nombre de su shellan, que estaba tallado en su amplia piel. – Nunca volveré a acercarme a esa piscina. Ni vestida ni desnuda.

Mientras se tambaleaba caminando hacia la puerta, temblaba de pies a cabeza, y no fue hasta que sintió el golpe frío del aire en el pasillo que se dio cuenta de que había olvidado el cubo de basura con ruedas, la escoba y su fino forro en la sala de la piscina.

No iba a volver a por ellos, eso estaba claro.

Una vez en la lavandería, se encerró dentro y se apoyó contra las puertas.

De repente, sentía que se ahogaba, y se arrancó la capucha de la cabeza. De hecho, su cuerpo estaba caliente y no era por la gruesa túnica que llevaba. Un calor interior había echado raíces y usaba su tripa para encenderse, el humo caliente de ese fuego llenaba sus pulmones, dejándola sin oxígeno.

Era imposible conciliar al macho que había conocido en el Viejo Continente con el que veía ahora. El primero había sido torpe pero nunca, jamás, irrespetuoso, un tipo de alma gentil que de alguna manera destacaba por sus esfuerzos brutales en la batalla – mientras mantenía su compasión.

Este doble suyo actual no era más que una cáscara amarga.

¿Y pensar que había asumido que el hecho de preparar ese vestido sería de alguna ayuda?

Hubiera tenido mejor suerte intentando mover la mansión con su mente.

***

Tras la furiosa salida de No’One, Tohr decidió que, dejando aparte el hecho de que John Matthew aún no había conseguido cortarse en la mano y en el pie esta noche, parecía que Tohr y el chico tenían mucho en común: Por cortesía de sus temperamentos, ambos iban vestidos con el traje del Capitán Idiota – que incluía, sin coste adicional, la capa de la deshonra, los botines de la vergüenza y las llaves de la Jodidoneta móvil.

Cristo, ¿qué había salido de su boca?

En el caso de que te hayas olvidado de lo que me hizo el último macho, te puedo asegurarte que yo no.

Con un gruñido, se pellizcó el puente de la nariz. ¿Por qué demonios había llegado a creer, ni por un segundo, que esa hembra tendría algún interés sexual en un hombre?

– Porqué asumiste que se sentía atraída por ti y te asustaste.

Tohr cerró los ojos. – Lassiter, ahora no.

Naturalmente, el ángel caído no hizo caso a la verbal Cinta Policial de – NO PASAR. El idiota rubio y moreno se acercó y se sentó en uno de los bancos, poniendo los codos sobre las rodillas de sus pantalones de cuero, sus extraños ojos blancos fijos y solemnes.

– Es hora de que tú y yo tengamos una pequeña charla.

– ¿Sobre mis habilidades sociales? – Tohr sacudió la cabeza. – No te ofendas, pero prefiero seguir el consejo de Rhage… y con eso ya lo digo todo.

– Alguna vez as oído hablar del En Medio.

Tohr se giró torpemente ayudándose de su pie bueno. – No estoy interesado en una clase de fracciones. Gracias.

– Es un lugar muy real.

– Al igual que Cleveland, Detroit o El hermoso centro de Burbahk. – Había sido un burlón en los sesenta. Así que podía demandarlo. – Pero tampoco necesito conocerlos.

– Es donde está Wellsie.

El corazón de Tohr se detuvo en su pecho. – ¿De qué demonios estás hablando?

– Ella no está en el Fade.

Muy bien. De acuerdo. Probablemente debería seguir con algo como, “¿De qué coño estás hablando?” En cambio, todo lo que podía hacer era mirar al tío.

– Ella no está donde crees, – murmuró el ángel.

A pesar de su boca seca, se las arregló para decir, - ¿Estás diciendo que está en el infierno? Porque esa es la única otra opción.

– No, no lo es.

Tohr respiró hondo. – Mi shellan era una hembra de valía, y está en el Fade… no hay ninguna razón para creer que estaría en el Dhund. En cuanto a mí, ya me he abalanzado sobre las gargantas de suficientes personas por una noche. Así que voy a salir por esa puerta de ahí – señaló en la dirección de la antesala solo por ser educado – y vas a dejar que me vaya. Porque no estoy de humor para esto.

Se dio la vuelta y empezó a cojear, usando la muleta que No’One le había traído.

– Te muestras bastante jodidamente seguro para ser alguien que no sabe una mierda.

Tohr se detuvo. Volvió a cerrar los ojos. Enviando una oración para sentir una emoción, cualquier emoción, que no fuera el impulso de matar.

No hubo suerte.

Miró hacia atrás por encima del hombro. – Eres un ángel, verdad. Así que se supone que debes ser compasivo. Acabo de acusar a una hembra que fue violada hasta quedarse embarazada de ser una puta. ¿De verdad piensas que puedo manejar cualquier información relacionada con mi shellan en este momento?

– Hay tres lugares en el más allá. El Fade, donde los seres queridos se reúnen. El Dhund, donde van los injustos. Y el En Medio.

– ¿Has oído lo que acabo de decir?

–… qué es donde van las almas que se quedan atascadas. No es como los otros dos…

– ¿Te importa?

–… porque el En Medio es diferente para cada persona. En este momento, tu shellan y tu niño están atrapados por tu culpa. Por eso he venido… estoy aquí para ayudarte, para ayudarlos a llegar a donde pertenecen.

Tío, este era un buen momento para tener un pie jodido, pensó Tohr, porque de repente no tenía ningún sentido del equilibrio. O eso, o el centro de formación estaba empezando a  girar sobre el eje de la casa.

– No lo entiendo, – susurró.

– Tienes que seguir adelante, mi hombre. Deja de aferrarte a ella para que pueda ir…

– El purgatorio no existe, si eso es lo que estás sugiriendo…

– ¿De donde coño crees que vengo?

Tohr enarcó una ceja. - ¿De verdad quieres que te responda a eso?

– No es gracioso. Y lo digo en serio.

– No, estás mintiendo…

– ¿Alguna vez te has preguntado cómo fue que te encontré en ese bosque? ¿Por qué sigo aquí? ¿Te as preguntado en algún momento porqué estoy perdiendo el tiempo contigo? Tu shellan y tu hijo están atrapados y me han enviado aquí para obtener su liberación.

– ¿Hijo? – dijo Tohr en voz baja.

– Si, ella llevaba en brazos a un niño pequeño.

Las piernas de Tohr perdieron el equilibrio en ese momento – afortunadamente, el ángel saltó hacia adelante y lo atrapó antes de que se rompiera algo.

– Ven aquí. – Lassiter lo guio sobre el banco. – Aparca aquí y pon la cabeza entre las rodillas… el color de tu cara se ha ido al infierno.

Por una vez, Tohr no presentó batalla; dejó caer su culo y permitió que el ángel lo inclinara. Cuando abrió la boca para intentar respirar, se dio cuenta que sin razón aparente las baldosas del suelo no eran de un sólido azul agua, sino que tenían manchas multicolores blancas, grises y azul marino.

Cuando una gran mano empezó a hacerle círculos en la espalda, sintió una extraña sensación de consuelo.

– Un hijo… - Tohr levantó un poco la cabeza y se restregó la cara con la mano. – Yo quería un hijo.

– Y ella te lo otorgó.

Miró hacia arriba bruscamente. – Nunca me lo dijo.

– Guardó silencio porque no quería que se te hinchara aún más el pecho por el hecho de que habrían dos hombres en la casa.

Tohr se echó a reír. O tal vez fue un sollozo. – Típico de ella.

– Sí.

– Así que la has visto.

– Sí. No está pasándolo bien, Tohr.

De repente, sintió como… - Me estoy mareando. – Lo que era mejor que llorar. - ¿El purgatorio?

– El En Medio. Y hay algo que nadie sabe sobre él. Si consigues escapar, entras en el Fade – o el Dhund, y  tu experiencia de donde has estado se olvida, un mal recuerdo que acaba desvaneciéndose. Pero si la ventana se cierra, acabas atrapado allí para siempre, y no es un lugar al que irías a hacer un reportaje por su bello paisaje.

– No lo entiendo… ella vivió una buena vida. Era una hembra de valía a la que le arrebataron la vida antes de hora. ¿Por qué no iba a entrar en el Fade?

– ¿No has escuchado lo que he dicho? Por tu culpa.

– ¿Por mi culpa? – Levantó las manos. - ¿Qué demonios he hecho mal? Estoy viviendo y respirando…no me he suicidado ni me voy a…

– No la has dejado ir. No lo niegues. Vamos, mira lo que acabas de hacerle a No’One. Entras, la ves desnuda y, sin ninguna razón, le arrancas la cabeza porque piensas que se te está insinuando y eso es algo que te hace sentir preocupado y confundido.

– ¿Y por alguna razón está mal que no quiera que me coman con los ojos? – Tohr frunció el ceño. – Además, ¿Cómo diablos sabes lo que pasó?

– Honestamente ya no crees estar nunca solo, ¿no? Y el problema no es No’One. Eres tu… eres tu el que no quiere sentirse atraído por ella.

– No me sentía atraído por ella. Yo no.

– Pero no pasaría nada si lo estuvieras. Ese es el punto…

Tohr se le acercó, agarró la parte delantera de la camiseta del ángel y tiró de él, juntando sus cabezas. – Tengo dos cosas que decirte. No creo nada de lo que me estás diciendo y si sabes lo que es bueno para ti, deberías cerrar el pico en lo que se refiere a mi compañera.

Cuando Tohr lo empujó liberándolo y se levantó, Lassiter maldijo. – No tienes mucho tiempo para esto, amigo.

– Mantén el infierno fuera de mi habitación.

– ¿Estás dispuesto a jugar con su eternidad solo porque estás furioso? ¿De verdad eres tan arrogante?

 Tohr miró por encima de su hombro… pero el hijo de puta se había ido: No había nada más que aire en el banco donde estaba el ángel. Y era difícil discutir con eso.

 – Lo que tú digas. Maldito tarado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...